La pertinaz sequía

Los expertos anuncian que el cambio climático traerá más calor y lloverá menos en el planeta. AEMET es clara cuando dice que España ha entrado en una sequía de larga duración. La cuestión es si estamos a tiempo de revertir la situación. En la medida en que el planeta se calienta, las sequías se acentúan en muchas regiones del mundo. En el supuesto de superar los dos grados, una cuarta parte de la humanidad vivirá en territorios y condiciones áridas. Infravaloramos los efectos perniciosos de la sequía que ya se vaticina como la próxima pandemia. ¿Tenemos manera de frenar la sequía? ¿Cómo afectará a la agricultura? ¿Cambiarán drásticamente nuestras costumbres de vida? ¿Habrá restricciones en el consumo de agua?

El refrán «Abril, aguas mil» parece que no se cumplirá; Mayo tampoco se presenta lluvioso y todos sabemos que en verano no llueve. Por lo tanto, es difícil que en los próximos meses llueva más de lo que sería deseable y así salvar la situación a la que nos enfrentamos.

El problema es especialmente grave en la cuenca hidrográfica del Guadalquivir. O las cuencas internas de Cataluña, aquellas tierras que no vierten al río Ebro sus caudales. En ambos casos los embalses no superan el 26% de su capacidad. La sequía meteorológica nos lleva a la sequía hidrográfica (embalses semivacíos) y, automáticamente, afecta a nuestra agricultura (sequía agrícola), a nuestros ecosistemas (sequía ecológica) y, finalmente, a todo el sistema económico. De esta manera la geografía física condiciona la geografía política. El agua está llamada a ser, para la geopolítica del S. XXI, lo que fue el petróleo para el S. XX, y se convertirá en motivo de grandes conflictos por el dominio de las reservas hidrológicas.

La sociedad occidental ve natural abrir el grifo y que salga agua; nos permitimos echar agua potable por el inodoro; llenar piscinas públicas y privadas; campos de golf, etc. En definitiva, malgastar el bien escaso que es el agua.

Un ámbito muy relevante es el rural,donde es necesario controlar el riego irracional. Pues representa un porcentaje muy elevado del consumo de agua o, mejor dicho, de su mal uso, en relación al consumo urbano, más comedido.

Este año 2023 la sequía hará mucho daño a nuestra agricultura, con importantes pérdidas en las cosechas. A pesar de ello, la globalización nos permite disponer de alimentos procedentes de otras partes del mundo. Sin embargo, esta afirmación no es del todo cierta, pues la sequía trasciende el ámbito local y se extiende a parte de Europa, a otros continentes y países, como China, grandes productores de cereales y alimentos básicos. La pertinaz sequía es consecuencia del cambio de tendencia en el clima, fruto de la combinación de dos factores: la falta de lluvia y temperaturas superiores a lo normal, que provocan el resecamiento del sueldo.

Ante este desafío hay que tomar medidas urgentes desde diferentes ámbitos: urbanístico y de la edificación; normas que obliguen a las promociones inmobiliarias a disponer de un doble sistema de agua potable y aguas grises, con el reaprovechamiento de estas últimas. Riego de parques, jardines y limpieza de calles con aguas recicladas. Alternativas como las aguas regeneradas para el consumo humano, etc. Los adelantos científicos nos permiten tratar nuestras aguas residuales, aprovecharlas y bombearlas a los cursos fluviales para que completen su depuración. Pero lo más importante, tenemos que gestionar la oferta y la demanda de agua. Es decir, no podemos autorizar campos de golf en lugares de clima muy árido, ni permitir pozos ilegales o pérdidas de agua en las redes de suministro. Habrá que recuperar técnicas tradicionales como los aljibes y explorar otras posibilidades.

La solución hidráulica de nuevos embalses no parece oportuna, pues si no llueve tampoco tiene sentido embalsar lo que no se va recoger. La mayoría están semivacíos y presentan un aspecto desolador. En algunos lugares han sido desembalsados, innecesariamente, por empresas eléctricas con fines especulativos, como ocurrió el verano pasado. Los trasvases de agua entre cuencas y ríos tampoco parece la solución. Generalmente se realizan por presiones de lobbies relacionados con la agricultura; tienen un gran impacto ambiental y crean conflictividad entre territorios y comunidades. Actualmente el Gobierno apuesta por las desalinizadoras, aunque también plantean problemas y altos costes.

Nos enfrentamos a un panorama dramático. La suficiencia del suministro de agua potable, como lo entendemos hoy, puede tener los días contados. Acudir al cielo con rogativas ya no es posible, hoy estamos obligados a buscar alternativas sostenibles, como remedio a nuestras condiciones climáticas presentes y futuras, y poner en marcha mecanismos de eficiencia y uso racional del agua. No cabe duda que la ciencia y la tecnología nos ayudarán a avanzar en esta línea, pero sin olvidar que el principal motor de cambio es la concienciación ciudadana y las políticas públicas.

Los datos indican que si no llueve generosamente en abril y mayo vamos a llegar a un mes de julio con una sequía socioeconómica, con caída de la renta per cápita en el ámbito rural, grandes pérdidas en la agricultura y la necesidad de desembalsar nuestros pantanos para salvar las cosechas. Y, por supuesto, restricciones de agua potable a la población.

Dado que la sequía es pertinaz, preguntamos: ¿Cuándo dispondremos de un Plan hidrológico en España? ¡Ahí lo dejo! Sin duda se trata de una cuestión de estado prioritaria y necesaria, para implementar estrategias de gestión del agua, especialmente, en tiempos de pluviosidad generosa, en previsión de sequías futuras. Porque las sequías hay que gestionarlas cuando disponemos de agua y no a posteriori, cuando poco o nada se puede hacer. La Generalitat quiere aplazar las restricciones a septiembre. Todo indica que quiere salvar la temporada turística. Pero, si la situación es de emergencia, ¿por qué esperar a tomar medidas?

Las sequías serán pertinaces y provocarán incedios. Se trata de un fenómeno climático extremo, más difícil de tratar en el tiempo que otros. Pues de un terremoto, sabemos cuándo empieza y cuándo acaba. En cambio, el agostamiento no es fácil de gestionar por el carácter temporal tan difuso y, requiere mucho dinero y una apuesta decidida para combatirlo. Nuestro entorno y nuestro clima cambian. Es de sentido común que nuestra conciencia sobre el uso responsable del agua también cambie. Dice la copla: «Ay del que llega sediento a ver el agua correr...» (Antonio Machado). Al verso, yo añadiría, son nuestros tesoros en la tierra: el agua, el aire limpio y el silencio.

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