La agenda ultraconservadora hispanoamericana llegó a España
Unos centenares de miles de personas procedentes de Latinoamérica votarán en las próximas elecciones municipales en España. En determinadas ciudades, como Madrid, su número es suficientemente importante para decantar ediles en el Ayuntamiento.
Por supuesto, no existe una comunidad latinoamericana si por ella se entiende un grupo uniforme en cualquiera de los aspectos en los que se quiera observar y que tenga un comportamiento también uniforme, por ejemplo, a la hora de votar. Sin embargo, desde hace unos años se van delimitando grupos de presión entre los latinoamericanos que se van haciendo cada vez más presentes y adquiriendo más relevancia.
Entre ellos, destacan por su activismo los distintos grupos de evangélicos pentecostales, especialmente presentes en Madrid y Cataluña y que, en líneas generales, presentan una ideología ultraconservadora.
La última manifestación de este hecho es la presencia de dichos grupos en el encuentro Europa es hispana celebrado en Madrid este pasado 25 de marzo. En dicho encuentro participó activamente el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y otros muchos oradores, entre los que destacó una pastora evangélica que se prodigó en loas al alcalde de Madrid, la presidenta de la comunidad y el propio líder de la oposición. Entre otras palabras, dio a entender que estas personas gobernaban rectamente a diferencia de otros gobernantes.
La agenda política del ultraconservadurismo religioso se ha hecho especialmente patente en los países hispanoamericanos: en especial en Brasil, El Salvador, Guatemala y Honduras, y en el norte en los Estados Unidos. El evangelismo ultraconservador tiene interés explícito en participar en política y determinarla a través de ir conquistando espacios institucionales. Esto lo ha logrado, como decimos, en numerosos países de América Latina y ahora es el momento de España.
En la actualidad se dan las dos condiciones necesarias para que el evangelismo ultraconservador empuje directamente hacia la opción de gobiernos de derecha y de ultraderecha: la primera de ellas es que hay suficiente masa crítica, es decir, suficientes potenciales votantes para articular un discurso en el que se contraponga el orden divino y natural (según su interpretación) a cualquier otra alternativa que amplíe libertades personales.
La segunda de ellas es el enorme caudal de financiación que llega desde las prósperas iglesias evangélicas latinoamericanas (de hecho, a esta religión se le ha llamado la ‘teología de la prosperidad’) para expandir su ideario político-religioso en España, fundamentalmente entre la población latinoamericana, pero no exclusivamente.
Las señas de identidad de este neoconservadurismo son la lucha contra las leyes que han ampliado la libertad de elección individual en diferentes aspectos: sexual, matrimonial, eutanasia, entre otros. Además, incluye un neoliberalismo extremo que impulsa la reducción de la presencia del Estado a su mínima expresión, y la sustitución de la tutela del bienestar por parte del Estado por una suerte de beneficiencia a tenor de las iglesias y las comunidades eclesiales.
Es el modelo de la caridad en el que la sociedad, en su conjunto, no se responsabiliza del bienestar general delegando en el Estado, sino que son las personas las que por un acto de buena fe ayudan a los demás.
Es curioso cómo hay muchos que, por ejemplo, ven en el Islam una amenaza a los valores europeos y, sin embargo, son incapaces de detectar la amenaza que supone el salvaje neoliberalismo que representa este tipo de iglesias cristianas para el modelo europeo de protección social, para la agenda social europea.
Desde el punto de vista politológico, es interesante destacar el apoyo incondicional que han manifestado estos grupos al Partido Popular en este encuentro de hispanoamericanos que coincidió con la XXVIII Cumbre Hispanoamericana celebrada en Santo Domingo. Y lo llamativo ha sido la crítica realizada por el líder de la oposición a la participación española en dicha cumbre, que, recordemos, fue al más alto nivel institucional con el Rey en primera persona.
Según sus palabras, él no estaría a gusto en dicha cumbre por la presencia de autócratas, ignorando absolutamente tanto la real presencia de mandatarios como los objetivos de dicha cumbre.
Pero este alineamiento del principal partido de la derecha española con las tesis más ultraconservadoras de la religión cristiana venía gestándose hace tiempo en la medida en que el PP se ha opuesto, desde siempre, a cualquier ley que hiciese avanzar a España en las libertades individuales (ley del divorcio, ley del matrimonio homosexual, ley de libertad sexual, eutanasia...). Es decir, el PP no ha ido al encuentro de los sectores más ultraconservadores del cristianismo evangélico (y también del católico), sino que se ha convertido, por su posición ultramontana, en el lugar de encuentro de dichos sectores.
Era cuestión de días que los evangélicos organizados en iglesias iliberales confluyeran ‘naturalmente’ pidiendo el voto para el PP.