¡Ja, Ja, Jaaaaa!
Permítanme que me ría a pata suelta, o sea, largo y tendido. Hay cosas que no pueden ser serias y son de chirigota. Durante el Carnaval es muy habitual, sobre todo en la Ciudad de Cádiz, que salgan comparsas por las calles y satiricen los problemas o las tonterías salidas de la boca de necios, aunque ellos no saben que son necios. Disponemos en nuestra ciudad de un ejemplo muy similar con ‘Dames i vells’, que con sus chascarrillos y parlamentaciones nos amenizan las fiestas mayores.
Con sus parrafadas no paramos de reír, ya que estas están hechas con mucho acierto y los ciudadanos o ciudadanas que las escuchan activan sus mecanismos de risa para que por su boca salga el jocoso ritmo del ja, ja, jaaaaa. Es todo fruto de una comedia para distraer y apartar por un ratito a los oyentes de la dura rutina cotidiana a la que estamos sometidos.
Otra cosa es que alguien o algunos quieran reírse de la ciudadanía al soltar magnas estupideces queriendo hacerse pasar por cultos. Se trata de esos personajes conocedores de problemas que ellos deberían solucionar y con mala intención sueltan opiniones para burlarse de la ciudadanía a la que deberían cuidar, defender y mimar, ya que para ello han sido votados y elegidos. De no cumplir con sus preceptos, creo que lo más sensato es que sean botados y ajusticiados, políticamente hablando. Pero en este país de chichinabo no suele pasar lo referido.
Toda esta introducción está en relación a lo que acaban de recibir mis órganos sensoriales auditivos para que, por vía nerviosa, ir al cerebro, en donde se ha producido una tormenta neuronal que no tiene límites. Me estoy refiriendo a lo soltado por los mandamases de la Comunidad Madrileña en temas de salud, un tal Enrique Ruiz Escobedo y su jefa Isabel Díaz Ayuso.
No es otra cosa que para solucionar el grave problema que tienen en esa comunidad autónoma no se les ocurre otra cosa mejor que decir que en la sanidad pública van a cambiar a los médicos por enfermeras. Que no quieren tener un modelo cubano de sanidad y van a poner el modelo británico. ¡No tienen ni pajotera idea de lo que deberían tener por la mano y bajo su responsabilidad! Se quedan tan panchos y riéndose de la ciudadanía a la que deberían proteger y mejorar su estado de bienestar.
O bien, malpensando, es plasmar la línea que pretenden imponer, la privatización de la sanidad pública. Es la pura realidad ya que ante las respuestas tenidas no se les ocurre otra cosa que decir «pasaremos a la gestión líquida»; entiendo que es liquidar la sanidad pública y dar liquidez a los bolsillos de los gestores.
Se olvidan de que lo que quiere la gente es que no se rían de ellos y se les dé lo mismo que ellos disfrutan. No hay que olvidar lo que está escrito en nuestra Constitución, salud y estado del bienestar. Sin embargo, vemos que no aplican aquella frase que tenemos todos en mente: «No quieras para los otros lo que no quieras para ti». Sabemos que cuando ellos vayan a su sanidad privada o puntualmente a la pública querrán que los atiendan el mejor especialista o el facultativo de mejor conocimiento en su problema sanitario. ¡Así no vamos bien!
Estos pajaritos hablan de modelo cubano y de modelo británico. Me maravillan, no tienen idea o bien exponen el destrozar la sanidad pública y poner una sanidad tipo americano cuyo modelo es quien tenga dinero solucione sus problemas de salud y los que no lo tengan vayan a una sanidad de beneficencia, que sabemos cómo funciona.
El pretender comparar y exponer dos modelos de sanidad que son incomparables es tener muy mala leche. Primero, las comparaciones son odiosas; segundo, que no se pueden comparar peras con manzanas (por comparar algo), ya que no se puede poner en el mismo plano a los británicos con los cubanos. Cualquier lector es conocedor de las situaciones económicas de uno y otro país, aunque a dignidad pongamos que están en similares condiciones.
Conozco bien ambos modelos sanitarios mencionados por el consejero de salud de la Comunidad de Madrid. No voy a decir nada de la sanidad cubana, solamente que no es el modelo que tenemos en ninguna de nuestras comunidades autonómicas. Las condiciones económicas hacen que en ese país se realicen maravillas con los recursos que tienen.
La intencionalidad de citarla es perversión pura y dura. Sí pretendo decir algo sobre la que quieren instaurar (que ya la tienen), el modelo británico. Este modelo es el que en el año 1982, cuando se produjeron los traspasos a la Generalitat, empezó a regir la sanidad en Cataluña.
Básicamente es una privatización encubierta de la sanidad pública que ahora podemos apreciar casi en todo su esplendor. No hay que decir palabra alguna de cómo nos va y del futuro que nos espera. Los ingleses ya lo sufrieron en la época de la presidenta Thatcher y ahora lo padecen de manera desmesurada.
No me gustaría que nuestra sanidad pública, que en tiempos pasados era envidia de muchos países, de sus gobernantes y sobre todo de sus ciudadanos, sufriera aún más los cambios que pretenden instaurar y que ya están instaurados.
Hay que buscar nuevos modelos acordes a los tiempos que transcurren y para los tiempos futuros. Mentes sabias hay muchas, pero no son las de los políticos. Para hacer pensar, ¿qué diríamos si las compañías aéreas hicieran lo mismo, que por falta de pilotos pusieran a las azafatas a pilotar los aviones? Seguramente ningún pasajero quisiera volar.