González y Guerra tiran piedras contra su propio tejado
Las intervenciones críticas de Felipe González y Alfonso Guerra anticipándose a una posible amnistía cuyos términos todavía se desconocen constituyen un episodio lamentable. Parecen producto de un rencor injustificado contra un dirigente de su propio partido que, además, fue elegido por el voto de los españoles. Hacerlo público agrava el efecto y hace cuestionable su intención. Se supone que deben tener un mínimo respeto por lo que opinen y actúen las generaciones siguientes, más aún cuando comparte sus mismos principios.
El PSOE y sus dirigentes tuvieron un papel fundamental en el proceso de recuperación democrática. Pero ha pasado medio siglo. Y en ese tránsito sigue pendiente una mayor concordia y convivencia en el Estado español, algo que sin duda en parte fue conseguido por el Gobierno de Pedro Sánchez cuando logró encauzar la crisis iniciada en el 2012 en Catalunya y consiguió pautas de normalización de la vida ciudadana. Rebajó la tensión y creó las condiciones para abrir una nueva etapa en la que no se le pidió a nadie que renuncie a sus principios, pero sí que su defensa se mantenga dentro del cauce constitucional. Y en esa etapa estamos.
Por eso, los exabruptos de González y Guerra hacia el presidente descalifican a quienes los pronuncian. Pero además, son inoportunos, porque reavivan la dialéctica del enfrentamiento estéril. Y en definitiva, constituyen una falta de respeto hacia la gestión del legítimo líder del PSOE –partido al que pertenecen Gonzàlez y Guerra–. Este último aderezó su crítica con unas gotas de inocultable machismo, al criticar a Yolanda Díaz haciendo referencia a que «se pasa el día de peluquería en peluquería». Un nivel deplorable y ramplón.
Pero a esta turbidez en la política española se sumó el PP a través de su candidato Feijóo, que apela públicamente a los «socialistas sensatos» para que se abstengan. En esa actitud de estimular un posible «transfuguismo», lo siguieron otros miembros importantes del PP, como Juanma Moreno y Cuca Gamarra. Y en el acto del domingo en Madrid, Feijóo puso más empeño en criticar a Sánchez que en explicar su propio programa. Incluso anticipó su más que probable fracaso en la investidura, al afirmar: «Aunque me cueste la Presidencia del Gobierno, voy a defender que España es un conjunto de ciudadanos libres e iguales». La realidad es que no tiene los apoyos que le faltan para resultar electo por el voto de los legisladores.
Fue un acto muy concurrido, con el habitual empleo de autobuses del interior que practican los dos grandes partidos. Aznar y Rajoy aportaron más críticas contra el ‘sanchismo’. Y Ayuso se ha sumado alegando que Sánchez «se ha puesto de rodillas» ante los independentistas.
En suma, un ‘totum revolutum’ que, más que impulsar al candidato del PP a la investidura, fue un acto dirigido a desgastar la imagen de Sánchez. Lo insólito es que González y Guerra se hayan sumado a ese propósito, que en definitiva también perjudica a su propio partido. Eso sí, su aporte involuntario ha sido el de recordarnos que hay que saber retirarse a tiempo y respetar a quienes vienen detrás.
Pero esas críticas de González-Guerra han sido rechazadas públicamente por otros destacados miembros del equipo fundacional del PSOE. Entre ellos, Luis Yáñez, quien escuetamente dijo «conmigo que no cuenten». El veterano militante es fundador del grupo ‘Jóvenes Socialistas del 68’. Enrique Barón, que fue ministro de Transportes en el primer gobierno de González, dijo «respeto pero no comparto las críticas de Felipe y Alfonso». Y añadió: «Esta es otra hora y le corresponde a otra gente, la historia no acaba con nosotros, la historia sigue». Cuando a Miquel Iceta le preguntaron qué le habían parecido las palabras de Guerra y González, respondió con brevedad y precisión: «Antiguas». Quizás fue prudente y prefirió no añadir más calificativos.
Si Feijóo como es previsible no reúne los apoyos necesarios, el camino quedará despejado para que Sánchez presente su investidura. Y allí veremos si realmente consigue los votos necesarios. Si no fuera así, tendremos una nueva convocatoria electoral. Nada está cerrado todavía.