El regreso del eje izquierda-derecha
La desaparición en la política catalana del eje izquierda-derecha, y que fue sustituido por el independentistas-constitucionalistas, es una de las consecuencias de los hechos acaecidos en Cataluña en los últimos años. Basta recordar como Convergencia, agobiada ya por los escándalos de corrupción, consiguió desplazar el eje de la campaña electoral de las elecciones de septiembre del 2015 hacia el debate sobre la independencia. Y lo hizo editando una extraña coalición, con su tradicional enemigo electoral, ERC, evitando así que el eje central de los comicios fuera la corrupción, que ya se auguraba del partido que había sido hegemónico en Cataluña, a excepción del periodo del tripartito. Convergencia siempre había sido un partido situado a la derecha, incluso en algunos aspectos en la derecha más rancia, pero no tuvo ningún inconveniente en fomentar una coalición que desplazara el centro de atención de la campaña de la corrupción a la independencia, adelantando las elecciones catorce meses y fomentando la integración en una curiosa candidatura denominada Junts Pel Sí. Se rompía así el eje izquierda-derecha y se integraba a la derecha catalana con los partidos de la izquierda nacionalista. Así, Junts Pel Sí estaba formada por Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Demócratas de Cataluña y Moviment d’Esquerres, y cuyo cabeza de lista fue Raúl Romeva, quien hasta poco antes militaba en Iniciativa Per Catalunya Verds (ICV), partido heredero de la izquierda comunista catalana. Y recordemos también como finalmente se sumaron los antisistema de la CUP, pactando la investidura de Carles Puigdemont. En fin, la burguesía catalana aliada con los antisistema que precisamente querían y quieren terminar con ella, ¿qué podía salir mal?
Después de todo lo ocurrido en Cataluña y de varios gobiernos de coalición entre los herederos de Convergencia y ERC, todo saltó por los aires con la salida del gobierno de la Generalitat de los neoconvergentes. Y finalmente el pacto presupuestario entre PSC y ERC ha vuelto a recolocar los ejes de la política en Cataluña en el plano ideológico, abandonando la independencia como nexo de unión.
Pero el problema del regreso del eje izquierda-derecha es principalmente para los exconvergentes, que fueron los que se movieron de su espacio político, quieren recuperar ahora su tradicional espacio en la derecha. Mantenerse como los guardadores de las esencias del independentismo no atrae a su electorado tradicional del centro derecha, cansado de los errores y el coste social y económico que ha tenido el Procés. Tampoco saben desprenderse de ciertos elementos, por miedo también a perder al electorado más radical, que los ancla en una estrategia que les ha llevado a una constante pérdida de escaños. Repiten los errores de envolverse en la senyera para ocultar la corrupción, el desfile de acompañamiento a Laura Borrás en el inicio de las sesiones del juicio ante el Tribunal Superior de Justicia es un déjà vu de aquel desfile para acompañar a Oriol Pujol a declarar ante el mismo tribunal por el caso de las ITV, con los mismos argumentos e incluso las mismas personas. Poco ha cambiado, en ambos casos se intentó ocultar un caso de corrupción con un supuesto ataque al independentismo. Finalmente, Oriol Pujol reconoció los hechos y pactó con fiscalía una condena que le llevó a un breve paso por la cárcel. Veremos cómo acaba el Juicio de Laura Borrás, los otros acusados se han apresurado a reconocer los hechos y pactar con fiscalía. Y un claro ejemplo de que todo esto se ha convertido en un vodevil es el curioso hecho de que todos los miembros del Tribunal que juzga a Laura Borrás, jueces, fiscales y abogados, en el juicio utilizan el catalán, con la única excepción de la defensa de la propia Laura Borrás, que utiliza el castellano; paradojas de quien sigue siendo, aunque suspendida de funciones, la segunda autoridad de Cataluña. ¿Dónde están todas las campañas y el dinero gastado para que el catalán sea el idioma de la justicia?
Pero ese pretendido regreso al espacio tradicional de la antigua Convergencia pasa por recuperar a los líderes que la representaron y reivindicar su legado, en este sentido puede entenderse la recuperación de Xavier Trias como alcaldable por Barcelona, y el blanqueamiento de la figura de Jordi Pujol. Hace pocos días el expresidente presentó en la librería Ona la reedición de su primer libro, fue recibido por una sala repleta, con una encendida ovación y con el auditorio en pie, allí estaba lo mejor de la ex Convergencia, desde el expresidente Mas, a un largo etcétera de ex consejeros y cargos de la antigua CiU, todos dispuestos a blanquear a Pujol para reivindicar su legado, y olvidarnos de misales y madres superioras, y, por lo tanto, olvidar la corrupción endémica que acompañó ese mismo legado.
Ciertamente el Procés dejó huérfano al centro derecha catalanista, pero ese espacio no volverán, a pesar de los esfuerzos, a ocuparlo los neoconvergentes, especialmente por lo que el propio Pujol repitió en diferentes ocasiones en la presentación de su libro, como eje central de su discurso: «Este país lo debemos rehacer». Quizás le traicionó el subconsciente, porque tener que rehacer implica, sin duda, que lo hecho anteriormente estaba mal, olvidando, pues, que el único culpable de tener que rehacer Cataluña es precisamente su legado, que llenó los juzgados de causas de corrupción y nos llevó a un enfrentamiento cuyo coste tardaremos años en superar, por todo ello ese espacio continuará, de momento, huérfano.