El regreso de Josep Poblet

La flor y nata del establishment político y socioeconómico de Tarragona se congregó hace un par de semanas para dar la bienvenida a Josep Poblet como nuevo presidente del Consejo Social de la Universitat Rovira i Virgili (URV). Absuelto después de una investigación judicial, instada por la CUP y relativa a la construcción Centro de Alta Resolución (CAR) de Vila-seca, algunos de los que arrugaban la nariz y se ponían de perfil al escuchar su nombre lo han recibido ahora con los brazos abiertos.

Me alegro especialmente por el fin de la pesadilla y la rehabilitación pública de quien tuvo que padecer ocho años y medio de acusaciones y dudas. Un calvario que significó –en sus propias palabras– «un inmenso e irreparable daño de tipo personal, familiar, político y patrimonial».

Conocí a Poblet, que este mes de febrero cumple su cuarto aniversario alejado de la política activa, hace un poco más de 20 años, por delegación del director del Diari, Antoni Coll. El encargado de concertar el primer encuentro fue Lluís González, uno de los pesos pesados históricos del periódico, hoy jugador de golf felizmente jubilado y por entonces delegado del área de Costa.

El exalcalde de Vila-seca, que dijo adiós con 26 años de mayorías absolutas a sus espaldas y más de una década como presidente de la Diputación de Tarragona, es hombre que se mueve bien en las distancias cortas. A buen seguro que la URV va a beneficiarse de esa capacidad de generar empatía.

Ya por entonces llamaba la atención el empaque y la visión de un ‘alcalde de pueblo’, como él mismo se definió tras pronunciar un discurso delante de la asamblea de la ONU en Nueva York, uno de los momentos vividos con mayor orgullo durante su dilatada trayectoria.

En un 2023 en que la clase política pierde las formas un día sí y otro también, con el insulto y la pobreza oratoria como moneda de cambio común, Poblet todavía encarna el estilo de la vieja guardia, un aroma clásico de pragmatismo y espíritu negociador que se echa tanto de menos... Lo mantuvo incluso en los momentos más convulsos del procès; hoy la vía, más civilizada, que explora ERC con el Gobierno de España le viene a dar la razón, aunque en su día le llamaron de todo por mantener la fachada de la Diputación limpia de pancartas en favor de los políticos presos.

Como buen funambulista, fue capaz de recabar amplios consensos, incluidas fuerzas a priori antagónicas como el PP y el PSC: «Sé que, si tengo su palabra, no me va a engañar, y para mí eso es fundamental», ha repetido en más de una ocasión el exalcalde de Tarragona, Josep Félix Ballesteros, como clave de su entendimiento.

Fruto de esa manera de entender la vida pública, menos ideológica y más orientada a la gestión, deja un legado de proyectos tan relevantes como la compra a Catalunya Banc de parte de la antigua sede de Caixa Tarragona, con casi 12 millones de euros invertidos para la adquisición y reforma de 10.000 metros cuadrados en pleno corazón de Tarragona. U otro todavía más emblemático: la rehabilitación de la antigua plaza de toros, convertida en Tarraco Arena Plaza (TAP) tras una reforma de 25 millones de euros.

Son dos ejemplos dignos de análisis en una capital donde la brújula de las prioridades se desvía hacia otros menesteres, y los cadáveres (Metropol, Banco de España, Tabacalera, Savinosa...) se van acumulando en la morgue con pocas esperanzas de salir de la nevera.

Y estos días en que se habla tanto de los presupuestos de la Generalitat y del desbloqueo de Hard Rock –los ‘antitodo’ hicieron acto de presencia en el Rectorado de la URV durante la toma de posesión de Poblet–, no olvidemos que fue uno de los principales defensores de PortAventura World cuando muy pocos visualizaban su potencial como un destino turístico de primer nivel.

El otro gran reto que le queda en cartera, y quizá el último servicio a la sociedad de Tarragona, es el impulso de una Región del Conocimiento en el sur de Cataluña. Un concepto amplio y complejo en el que se dejó las pestañas junto a su buen amigo el exrector Francesc Xavier Grau (secretario de Universidades de la Generalitat de 2018 al 2021 y actual presidente de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario catalán). De nuevo, como le sucedió con PortAventura, muy pocos han sido capaces de entenderlo en profundidad y con cierta altura de miras.

Sinceramente, creo que es una buena noticia para Tarragona contar de nuevo con la dupla Poblet-Grau en forma y diseñando el futuro de esa Regió del Coneixement desde la URV y en colaboración con la asociación empresarial ImpulsCatSud, que recientemente ha publicado un informe muy interesante sobre la gestión del talento digital.

Con harta frecuencia se escucha la importancia de disponer de una hoja de ruta asumida por todos y alejada de vaivenes políticos, una fotografía más o menos nítida de la Tarragona de los próximos 50 años. Enriquece tener a gente como Poblet trabajando en ello.

No estaría nada mal si, además, va preparando unas memorias, pese a que –como suele suceder en estos casos– lo previsible es que los episodios más jugosos se los guarde para él.

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