Amenaza terrorista permanente
El terrorismo sigue siendo una amenaza permanente para todos. Parecía que estaba desaparecido durante algún tiempo tras la caída del supuesto Califato en Siria e Irak con algunas apariciones puntuales, pero espera paciente nuevas oportunidades para golpear de la manera que más daño pueda causar.
Después de su derrota en Siria y en Irak, el Daesh se ha reorganizado en varios lugares, como la región del Sahel, con la intención de desestabilizar el norte de África y en zonas de Asia.
Acabar con el Califato y encarcelar a unos 9.000 terroristas en la zona norte de Siria controlada por los grupos kurdos que fueron quienes lograron doblegarlos con el apoyo principal de los Estados Unidos no significó su fin ni haber requisado todos sus recursos financieros acumulados por la venta ilegal de petróleo, de obras de arte y por los impuestos y chantajes a los que sometió a la población en Siria e Irak.
Durante ese período, su labor de adoctrinamiento ha continuado utilizando las redes sociales, principalmente, sin olvidar aquellos lugares de reunión clandestinos donde los supuestos imanes radicalizan a personas con problemas de identidad o de integración y otros procedentes de la delincuencia a base de dinero.
Los últimos casos terroristas de Nueva Orleans y Las Vegas no están relacionados según las investigaciones del FBI, pero sí tienen un denominador común que es los autores son dos militares del Ejército de los Estados Unidos. La naturaleza es bien distinta pero la psicosis de violencia que se crea va más allá para la sociedad americana.
En Las Vegas, un soldado de elite Matthew Livelsberger, 37 años, con estrés postraumático y problemas personales se suicida antes de que hagan explosión los artefactos que había cargado en su coche a la puerta del hotel del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Dejó un mensaje de desafección hacia los dirigentes políticos.
El caso de Nueva Orleans tiene a Shamsud-Din Jabbar, un veterano del Ejército de 42 años, nacido en Tejas, radicalizado y capaz de arrollar con una furgoneta a una multitud que celebra el año nuevo y tirotear después a la gente causando la muerte de 14 personas.
Lo que está clara es la vinculación de Din Jabbar con el Daesh con vídeos y símbolos que confirman su radicalización que las agencias de seguridad tendrán que estudiar y analizar. La cruda realidad nos obliga a estar en alerta, sin obsesiones ni psicosis, pero con la certeza de que no se puede bajar la guardia y habrá que evitar las circunstancias y oportunidades que utilizan los terroristas para golpearnos y trabajar para su desarticulación.