Presidente o pasado

El problema del PSOE no es que haya muchos barones; sino que hay demasiados Pesoes

Hace tres décadas, Robert Zemeckis llevó a Marty McFly de ‘Regreso al futuro’ y le puso fecha: 21 de octubre de 2015, tal día como hoy. Entonces difícilmente hubiéramos podido pensar que el 21 de octubre de 2015 estaríamos cantando ‘Mi gran noche’ de Raphael y viendo a un candidato airear el Concordato como señuelo electoral. En fin, el futuro no es lo que era. No hay coches voladores ni Pepsi Perfect, e incluso no hay que descartar que Pedro Snchz sea presidente, un candidato de 1989 trasplantado a 2015 por esa peculiaridad del Partido Socialista capaz de sortear el progreso mediante un bypass así.

Pedro Sánchez parece saber que carece de un liderazgo con autoridad. Y más allá de los réditos de la telegenia, se le ve dispuesto a sostener su debilidad a golpe de jerarquía. No es raro que se exhiba pegando puñetazos en la mesa; como ayer en la portada de ABC: «Tengo legitimidad para tomar decisiones y la dirección debe apoyarlas», incurriendo en el cesarismo del ‘aquí-mando-yo’ expresado con el verbo deber. Algunos defenestrados por la vía rápida como Tomás Gómez han probado su cirugía orgánica; pero de hecho ha liquidado a más de la mitad del grupo parlamentario. Para entender al personaje parece innecesario recurrir a los escritos de Erich Fromm sobre la personalidad autoritaria o al superego estricto de Adorno; se trata de un fenómeno común en política: la sobreactuación de un jefe sin liderazgo. Con Irene Lozano ha visto las costuras mal pespunteadas del partido de Oviedo a Mérida, mientras el susanismo sigue afilando las facas con la calma de bandoleros y ‘Karma’ Chacón preparándole la pinza Barcelona/Sevilla en tanto Ximo le advertía que el suyo es un ‘liderazgo revisable’. Vaya cosa, ¡todos los liderazgos son revisables! Al mismísimo Napoleón se lo revisaron tras Waterloo o a Julio César en la curia del Senado mientras él le dictaba su monólogo a Shakespeare con unos siglos de antelación; pero sobre todo es revisable en democracia, sin excepción, ya sea derrotando a Churchill tras ganar la II Guerra Mundial o a Suárez tras completar la prodigiosa Transición. Visto lo visto, ¡cómo no va a ser revisable el liderazgo de ‘il bello’ Sánchez! El recado de Ximo es una amenaza sin más. Está advertido.

El problema del PSOE no es que haya demasiados barones; sino que hay demasiados Pesoes. Rivera les acaba de clavar un dardo envenenado: ‘el PP ya no tiene proyecto político y el PSOE tiene diecisiete’. Sánchez no parece capaz de unificar el partido en torno a él; desde luego no con otro programa vintage de mínimos. Va al 20-D con la telegenia y los dedos cruzados para que una carambola de la sociología electoral le sume votantes prefrustrados de Podemos y Rivera se vea ante la lógica aritmética de apoyarlo. Así podría ser presidente. Si no, en 24h estará de ‘regreso al pasado’ y además irreparablemente.

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