Mafias okupas ¿Qué hay detrás de ellas? El Nuevo fenómeno de las grandes ciudades
Rosa, jubilada de 63 años, cobra 400 € por una pensión por invalidez. Vive en un edificio abandonado donde paga 50 € por una habitación al líder de una presunta mafia que se ha adueñado de los veinte pisos del edificio
Hace unos días nos llegaba a la redacción una terrible historia. La protagoniza Rosa, una mujer jubilada de 63 años y que vive en el barrio de Usera de Madrid. Ella cobra solo 400 euros por una pensión por invalidez. Por eso no le queda más remedio que vivir en un edificio abandonado donde paga cincuenta euros por una habitación.
Este dinero se lo paga al líder de una presunta mafia okupa que se ha adueñado de los veinte pisos del edificio. Esta mafia la extorsiona, le profiere insultos y amenazas constantemente. Y no solo eso, tras una visita al hospital, descubrió impotente como le habían entrado en «su casa» y le habían robado todo lo que tenía.
Esto es desde ropa o comida hasta un microondas. Ella ha visto su vida convertirse en un infierno.
La llamada de auxilio de esta mujer me estremece. Sus lloros y su desconsuelo son escalofriantes. Me acerco a ese lugar para conocer mejor su historia. Llego sobre las nueve de la mañana a un destartalado edificio de la calle Marcelo Usera. En la puerta hay un charco con orines.
Empiezo a subir por los escalones. No hay ninguno que no esté roto. Los okupas han destruido cada planta, parece que estemos en una zona de guerra. Encuentro bolsas de basura por el suelo. Me cruzo con una madre y su hija. La pequeña lleva una mochila y parece que se va al colegio.
Llego a la segunda planta y llamo a su puerta. Está destrozada y sin el pomo de la puerta. La llamo por su nombre y me abre con una voz entre temblorosa y con miedo.
«Estoy reventada. No aguanto, no como, no duermo, no vivo, estoy en una tensión constante».
Visiblemente afectada y entre lágrimas, Rosa revive su infierno: «Estoy agotada, estoy muy enferma. Esto no hay persona humana que lo aguante». Me explica que la mafia okupa quiere que Rosa se vaya del edificio. Por eso ha empezado una guerra contra ella. Le han cortado la luz y le echan excrementos.
Además me cuenta que ha sido agredida brutalmente en varias ocasiones: «Me empezó a dar golpes en la cabeza, me rompió la nariz, un sinvivir y caí en coma a raíz de los golpes de la cabeza».
Con su edad, arrastrando un historial con esclerosis múltiple, me cuenta que tiene miedo de que la echen a la calle. «Yo ya tengo miedo a la vida, no a la muerte. Se han metido con mi familia, con mis hijos y no se lo consiento a estos desgraciados. Llevo toda la vida trabajando, mi cuerpo está reventado de trabajar».
Tiene pánico de esta organización que ya controla diversos edificios en la capital. Se dedica a entrar en espacios abandonados y a quedarse con los pisos. Luego se reparten las habitaciones y las «alquilan» por doscientos euros.
Están haciendo un negocio con la situación desesperada de muchas personas, muchas de ellas ilegales y sin papeles con muy pocos recursos. A cambio tienen que vivir con miedo y con situaciones extremas como estas.
Ante este tipo de problemáticas habría que actuar de una forma decidida. Hay que identificar, vigilar y acabar con estas mafias por parte de la Policía Nacional y que las instituciones legislen nuevas leyes para que estos colectivos puedan acceder a una vivienda digna sin este tipo de amenazas ni coacciones.
Seguro que hay una solución para estas personas. Afectadas como Rosa solo quieren una cosa, vivir en paz y dignamente. Seguiremos su caso.