Liderazgo transformador

Hacer frente a la crisis climática, las secuelas de la pandemia, la incertidumbre geopolítica y la inseguridad energética, exige una acción concertada, no solo a nivel macro, sino también a nivel micro, es decir, a escala local, en nuestros ayuntamientos. Por eso, a falta de menos de tres meses para las elecciones municipales del 28 de mayo, el Diari ha iniciado una serie de artículos para reflexionar sobre los desafíos de las ciudades. Retos que afectan a la estrategia de los municipios y también al liderazgo y gobernanza. En las próximas semanas hablaremos de planificación, participación, transparencia y comunicación. De eficacia y eficiencia. De rendición de cuentas. Más allá del ruido político de la precampaña y campaña electoral, creemos que es necesario elevar el debate. Dar voz a expertos y hablar sobre desafíos en mayúsculas. Aquellos que transformarán nuestras ciudades y harán de las comarcas de Tarragona, un referente. Uno de ellos es articular la segunda Área Metropolitana de Catalunya, después de la de Barcelona. Los alcaldes que salgan de las urnas el próximo 28-M deberán participar en la redacción y tramitación del Pla Director Urbanístic del Camp de Tarragona, que, si se cumplen las previsiones, estaá listo para su aprobación en 2026. El plan significa una oportunidad para avanzar en un territorio con gran potencial, riqueza y patrimonio. Según el director general de Ordenació del Territori i Urbanisme de la Generalitat, Agustí Serra, el proyecto puede ser el embrión de un ente de gobernanza supraminicipal, algo que hace tiempo reivindicamos como crucial en diferentes ámbitos. Como recordaba ayer en el Diari, Robert Casadevall, geógrafo y profesor de la URV, no se trata de una posibilidad remata. El Área Metropolitana de Barcelona tiene también este origen. A partir del Plan de Ordenación Urbana de Barcelona y su área de influencia, de 1953, quedó fijado un ámbito de 27 municipios que, después, en 1974, se convertiría en el vigente Plan General Metropolitano de Barcelona. Ojalá nuestros representantes políticos sean capaces de aparcar «guerras de campanar» e impulsar un liderazgo y una gobernanza transformadores como los que define la ONU en uno de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, el 16. Pero no solo es responsabilidad de nuestros políticos. También nuestra como ciudadanos y electores que debemos saber qué exigimos y a quien elegimos.

Nueva violación grupal

En la semana del 8 de marzo, no puedo dejar de referirme a la violación grupal de una niña de once años en Badalona, por parte de cuatro chicos, tres de ellos menores de catorce años y, por tanto, inimputables. Si hace siete días, utilizaba estas líneas para reflexionar sobre el bullying como un fenómeno que persiste y sobre el que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, hoy no puedo pasar por alto la precocidad de los agresores sexuales. Sobre todo, porque no se trata de un caso aislado. El 12% de los delitos sexuales los cometen menores. En solo un año en Catalunya, un centenar de menores de doce años fueron autores de agresiones sexuales. Insisto un centenar. En el caso de Badalona dos aspectos agravan aún más el caso. Por un lado, que el vídeo de tal atrocidad circuló entre los alumnos del centro y decenas de menores lo vieron sin que oficialmente nadie comunicase nada. Por otro, que el hermano de la víctima haya sido amenazado y tenga que acudir a su escuela, custodiado por un Mosso.

Hay que detectar las carencias (formativas, afectivas, sociales), que han llevado a cometer esos actos. Los expertos coinciden en que uno de los factores que explican la precocidad de los agresores es el acceso a través de pantallas y a edades cada vez más tempranas, a patrones de dominación y violencia sexual procedentes de la pornografía. Sin duda, es un ámbito a regular. En Francia ya hay una propuesta sobre la mesa: desarrollar un certificado digital que acredite la edad de quien accede a contenidos pornográficos.

Es una posibilidad. Pero, no la única. Hay que perseverar en la educación en el respeto y en la igualdad. Y de eso va el Día Internacional de las Mujeres. Evidentemente se han logrado avances. Solo faltaría. Pero en pleno siglo XXI seguimos hablando de violencia machista y violencia sexual.

Como escribía esta semana en el Diari Arga Sentís, profesora de catalán y exconcejal del Ayuntamiento de Tarragona, el 8 de marzo no es un día de celebración, es un día de reivindicación.

Esta semana he tenido la oportunidad de comprobarlo en dos actos: uno, en la subdelegación del Gobierno en Tarragona titulado Dones en valor y, otro, en el Círcol de Reus, organizado por su primera presidenta en 168 años de historia, Patrícia Terradellas, en el que se reflexionó sobre liderazgo empresarial femenino. En el primero, Ester Gomis, presidenta de la DOP Avellana de Reus, nos confesaba que tras ser madre del primero de sus hijos fue despedida en la empresa en la que trabajaba. Hoy es agricultora y dirige y gestiona la empresa familiar Hort de Ca Rosset, de Vilallonga del Camp, junto a su hermana. Pero reconoce que cuando le sucedió, lo pasó mal.

Inma Pastor, profesora de Sociología que coordinó la elaboración del primer informe sobre las desigualdades entre hombres y mujeres en la URV, defendió las cuotas de género. La que fue directora del Observatori d’Igualtat de la URV desde su creación hasta junio del año pasado, recordó que, gracias a las cuotas, en el Congreso de los Diputados, el Parlament o las listas electorales, hay una amplia representación de mujeres. Reconocida con la Distinció Maria Antònia Ferrer i Bosch de la URV esta misma semana, Pastor denunció, sin embargo, que no sucede lo mismo en el Ibex-35. Si no tenemos en cuenta a Marta Ortega y Ana Botín, presidentas de sus respectivas empresas familiares, únicamente Beatriz Corredor, de Red Eléctrica, completa esta minúscula lista.

Son solo algunos ejemplos de que el camino hacia la igualdad es aún largo y que queda mucho por hacer.

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