Un cerote inmenso para la escuela catalana
Es vergonzoso nuestro rendimiento escolar, pero lo es aún más la falta de reacción de nuestra sociedad, tan proclive a la sobrerreacción en otros terrenos
El informe PISA nos ha puesto un cerote enorme; un suspenso descomunal a todos los catalanes que hemos suspendido... ¡Somos los últimos de la clase del estado español! Y por debajo de Murcia, Andalucía, Extremadura...
Somos los peores estudiantes de España y de los peores de Europa...¡Oeee oeee oeee oeee! Y a mí me avergüenza como catalán y como padre y como contribuyente. Sólo... ¡Melilla! ha obtenido peores resultados en estos exámenes –evaluados por una autoridad incuestionable– de nuestros escolares catalanes.
¿Han dimitido varios consellers al comprobar el desastre? ¿Se ha reunido de urgencia el Consell Executiu? ¿Está el Parlament encerrado a cal y canto y sin puente de la Inmaculada hasta que no se tomen las medidas urgentes necesarias para evitar que el curso próximo volvamos a hacer el ridículo? Sólo son las notas del cole: no es política seria.
Simplemente algún portavoz del Govern –otro suspenso mayúsculo– ha achacado la pésima puntuación a «el exceso de inmigración en las aulas»... ¿Se puede tener más descaro y menos capacidad de análisis?
Se dicen a sí mismos progresistas nuestros gestores educativos, pero ese pretexto apesta a extrema derecha racista y xenófoba. La otra gran excusa ha sido la pandemia y los cursos, clases y lecciones perdidas por un encierro en el que Catalunya intentó ser la primera del cole: más estricta que nadie. Y ahí tenemos algunos de los resultados. Y por eso algunas comunidades menos cerradas han obtenido mejores notas.
Es vergonzoso nuestro rendimiento escolar, pero lo es aún más la falta de reacción de nuestra sociedad, tan proclive a la sobrerreacción en otros terrenos. ¿No nos importa que en las pruebas, oposiciones, becas, prácticas y exámenes varios del mañana nuestros hijos partan con el hándicap de una enseñanza ineficiente?
¿Les llevarán los cafés a los que sí tuvieron buenos coles? ¿Creen algunos que con pagar más por un colegio que suponen mejor eximirán a sus vástagos del lastre de la ineficiencia educativa? Pues que se vayan olvidando, porque las notas califican a niños de colegios públicos y privados, gratuitos y concertados.
El informe PISA supone más que un bochornoso toque de atención para que todos exijamos más a los políticos responsables de nuestra Educación y a quienes les han nombrado; a los gestores de nuestros colegios; y a nuestros estudiantes; porque les exigimos –y nos exigimos– demasiado poco.
Hemos caído en la indolencia autocomplaciente de pensar que aprobar es poner una nota, cuando la nota es lo de menos; aprobar es dedicar atención, tiempo y esfuerzo al conocimiento compartido, porque solo él hará posible un día la prosperidad bien repartida.
Lo saben muy bien los países más pobres, donde los títulos universitarios son tan fáciles de conseguir como inútiles para acreditar nada. Y me temo –asumo mi parte de culpa– que nos es más fácil dejar que los estudiantes vayan pasando de curso que lograr que no pasen, sino que se esfuercen, se reten, nos urjan a urgirles y crezcan, en fin, hasta el punto de que la nota importe menos que los conocimientos.
Cuando nos lleguen a la Universidad, ya lo vamos notando, estos niños castigados por la pandemia y los errores del sistema educativo estarán menos capacitados que los anteriores para obtener un título y los profesores también menos motivados para exigir el esfuerzo que nos haría a todos mejores. Será más fácil para todos ir poniendo aprobados...Y que vayan pasando.
Pero en otros países –que han sacado mejores notas que los catalanes– sí que enseñan de verdad; exigen; aprenden y crecen. Algún día, si no ponemos remedio, nuestros hijos tendrán que ir a pedirles trabajo.