Mensajes desde la zona cero de la DANA ¿Qué hemos aprendido tras la tragedia?

Mentiras. No entiendo por qué estos días hemos conocido a gente malintencionada que crea y extiende bulos sin ningún tipo de problema, sin pensar en las personas que sufren en las consecuencias.

Han pasado ya varios días de la tragedia que ha azotado diversos municipios valencianos. Es la DANA mortal que asoló varios pueblos de la Horta Sud y Horta Nord y que ha causado centenares de víctimas y decenas de desaparecidos. Ahora ya somos más conscientes del alcance de lo que pasó. Pero no era así el miércoles 30 de octubre, un día después del aguacero mortal. O al menos yo no era consciente de lo que estaba a punto de ver y vivir allí.

El martes por la noche X ardía con centenares de vídeos de los aguaceros, el miércoles ya con la luz se pudieron ver los primeros destrozos. Fue el jueves a primera hora de la mañana cuando me enviaron desde Madrid para recorrer la zona cero afectada por este fenómeno meteorológico.

El trayecto lo hicimos en avión, no había forma de llegar en tren a Valencia desde la capital madrileña (se prevé que se reabra la circulación de trenes en dos semanas). En las miradas y en las caras de esos pasajeros se notaba la tensión, la preocupación y la tristeza más absoluta. Casi nadie articulaba palabra. La mayoría miraban las fotos y los vídeos que del desastre.

Al llegar a Valencia me encaminé en coche hasta el lugar en el que teníamos previstas diversas conexiones en directo para televisión. Solo salir del aeropuerto nos empezamos a dar cuenta de la tragedia. Los alrededores del aeropuerto mostraban ya un panorama desolador. Camiones, coches, cajas y todo tipo de objetos desparramados junto al barro que lo inundaba todo. Pudimos esquivarlo y seguir adelante, hasta Riba-roja del Túria. El polígono de la localidad estaba completamente destrozado, vi las primeras personas ayudando y los servicios de emergencia actuando. Eran como hormiguitas en un océano marrón que intentaban luchar contra la adversidad.

Las carreteras estaban colapsadas, la A3 solo contaba con un carril de tres abiertos y eso provocó colas enormes. Nos costó hasta tres horas llegar a Utiel que era nuestro destino (habitualmente el recorrido se puede hacer en uno 45 minutos). Por el camino más coches volcados, camiones con su carga desparramada e imágenes de destrucción sin limites.

Cuando llegamos a Utiel vimos una gran unidad móvil de televisión que daba cobertura por satélite (los teléfonos y internet no funcionaban) y muchos medios de comunicación. Pero no vimos ningún despliegue especial de los servicios de emergencia. En la calle Héroes del Tollo, todo era un lodazal. Mis botas me dejaban avanzar lentamente. Vi dos panaderías de las que sobresalían diversas personas ayudando. «No somos de su familia, pero somos vecinos del pueblo y aquí estamos para ayudar y para quitar todo este barro de aquí cuanto antes». Se habían organizado de tal forma que iban creando una cadena humana solidaria en la que vimos a algunas personas sacando todo tipo de objetos de la panadería y apilándolos fuera. Otros achicaban agua como podían, con palas o con no que encontraban en su casa. Algunos me decían mismo: «Yo no los conozco mucho pero aquí estamos todos juntos como una piña, si no nos ayudamos nosotros quién lo va a hacer».

Hablamos con decenas de personas ese día, todos nos explicaban su drama personal. Muchos no podían contener sus lágrimas, su indignación y su desesperación. Y es que era verdad, un día y medio tras el golpe, nadie les estaba ayudando, nadie había traído máquinas para retirar los vehículos, nadie les había ofrecido un techo o comida. Eso pasó, eso lo vi y eso me conmovió de una forma profunda. No entendía como esto estaba pasando en un país del supuesto primer mundo, en Europa y en pleno 2024.

Al igual que tampoco entiendo por qué estos días hemos conocido a gente malintencionada que crea y extiende bulos sin ningún tipo de problema, sin pensar en las personas que sufren en las consecuencias. No voy a reproducir ninguno porque son todo falsedades que han tenido a mucha gente con el alma en un puño. También hemos aprendido que a estas personas no debemos prestarles ni un minuto de nuestra atención. Como tampoco los influencers u otro tipos de estrella que han ido al lugar de la tragedia en un acto de postureo para hacerse fotos más que para ayudar a las víctimas. Habría que dejar de seguirlas en redes como protesta. También hemos aprendido que somos un país solidario que no se calla y que pide responsabilidades ante todo lo sucedido. Yo solo pido una cosa, que los políticos aprendan que deben mejorar los sistemas de alarma ante situaciones futuras similares. No podemos volver a caer en los mismos errores.

Empecé a ser periodista en ‘La Veu de Flix’ y el ‘Diari de Tarragona’. He pasado por Canal Reus, Antena 3, IB3 TV, 8TV, ‘Informativos Telecinco’ y ‘Cuatro al día’. Ahora soy reportero del programa de actualidad ‘En boca de todos’, en Cuatro.

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