La moción en la que casi todos perdimos
El Congreso ha vuelto a vivir una jornada de deterioro democrático. Ramón Tamames tuvo un papel interesante en algunos episodios de la transición, pero perdió la moción, y la formación política que le empujó a hacerlo demostró el poco respeto que le merece la institución parlamentaria
El martes y miércoles se ha celebrado en el Congreso de los diputados en la más pura tradición del esperpento español una moción presentada por una formación que vive no en el pasado, sino en el pleistoceno, y que, acorde con su ideología, ha propuesto a un honorable anciano en sus horas más bajas como candidato a presidente del Gobierno... ¿Qué podía salir mal?
Pues todo, ya que el Congreso, que es nuestro mecanismo de respiración democrática, ha tenido que escuchar todo tipo de falsedades por parte de los señores de verde y un discurso entrecortado por los achaques de un profesor que ha perdido gran parte de las luces que algún día tuvo.
Datos falsos sobre la sanidad, la inmigración, la educación, la industria y, como diría el propio Tamames, etc. etc., que ha sido su coletilla estrella para finalizar sus intervenciones.
Intervenciones que no han sido más que un largo chascarrillo en el que a modo de las tertulias de la caverna que frecuentaba (que ahora ni eso) repasa la actividad institucional como quien se apoya en la barandilla de una obra un martes soleado.
En todo caso, una degradación democrática escuchar cómo sólo interpela a las mujeres riñéndolas por no fecundar más y mejor, o frivolizar con hechos aislados protagonizados por bandas latinas en Madrid para dibujar un escenario de caos y muerte, que los hombres estamos acosados por una «oleada feminista», que la ley de la memoria histórica significa un retroceso en la historia de España, para acabar acusando al Gobierno actual de «volver a las dos Españas, peores que las del 36».
Esa es la foto que querrían fuera cierta la ultraderecha y parte de la derecha ‘moderada’ del país... pero me temo que confrontándola con la realidad se ve una instantánea borrosa y corroída por el moho.
Desde luego, Ramón Tamames, que tuvo un papel interesante en algunos episodios de la Transición, perdió la moción, y la formación política que le empujó a hacerlo demostró el poco respeto que le merece la institución parlamentaria.
El PP, que había votado NO en la anterior, esta vez, bajo la batuta de Núñez Feijóo, decidió abstenerse «por respeto ante su figura», como declaró su portavoz, Cuca Gamarra, ante la ausencia de su líder.
Hubiera estado bien que en vez de inventarse una agenda de estadista internacional (invitando a un café a embajadores en Madrid y visitando a Ursula Von Der Leyen), asistir al Congreso para responder a las mentiras de Tamames y alejarse claramente así de la ultraderecha.
Pero este líder, que está dando muestras de ser «pequeño» y lleno de complejos, pensó que la indiferencia era la mejor actitud. Veremos con el paso del tiempo y las elecciones si acertó o no.
El Gobierno, por su parte, aprovechó la oportunidad para hacer un discurso de gestión y dar imagen de unidad después de las bofetadas mutuas que se han dado los socios en los últimos meses.
Es en esta parte donde aparece para mí la única ganadora, Yolanda Díaz, que aprovechó la ocasión para postularse como futura Presidenta de España. El modelo Yolanda frente al modelo Díaz Ayuso...
A mí me gustó imaginarme que eso no era una moción de censura, sino de investidura de una mujer. ¿Y a ustedes?