La coronación de Trump

Por primera vez en la historia, un presidente convicto se sentará en el Despacho Oval con una victoria incontestable que hace tambalear los cimientos de la democracia

Estados Unidos ha elegido a un criminal convicto, culpable de 34 cargos por falsificar las cuentas para ocultar el pago a una actriz porno en 2016 e influenciar así el resultado de las elecciones presidenciales que terminó ganando. El mismo convicto que tiene otras dos causas judiciales abiertas, una por instigar el asalto al Capitolio en 2021 tras perder las elecciones ante Joe Biden y, la otra, por presionar al gobierno del Estado de Georgia para que alterara los resultados del escrutinio. Además, tiene un tercer juicio en stand by por almacenar documentos con secretos nucleares y planes de ataque a otros países en cuartos de baño y salas de baile de su club de golf, que se llevó tras perder las mismas elecciones presidenciales.

Sí, Donald J. Trump es el presidente que han elegido los americanos con una victoria incontestable, a falta del escrutinio final en algunos estados, y mejorando los pronósticos más optimistas. El porqué y el cómo de estos resultados lo dejo para otros analistas más versados en política americana. Será interesante el análisis de la debacle demócrata en clave de política interna. Sin embargo, a medida que ayer por la noche los peores presagios se convertían en una cruda realidad, la incertidumbre se extendía más allá de las fronteras de Estados Unidos.

‘¿Y ahora qué?’ pensarían los ciudadanos de Ucrania. Por un lado, Trump ha expuesto abiertamente su admiración por Putin y, por el otro, ha afirmado durante la campaña electoral que pondrá fin al conflicto bélico que asola al país europeo desde febrero de 2022. ¿En qué se traducirá ese ‘fin de la guerra’? ¿Cómo y cuándo se llevará a cabo? ¿EEUU seguirá ofreciendo apoyo armamentístico a Zelenski mientras tanto? Estas son solo algunas de las preguntas cuyas respuestas quedan colgando en el limbo de los discursos incoherentes de Trump. Una incertidumbre aún más cruda, si cabe, en el caso de la guerra de Israel y Palestina. Trump también admira la mano dura de Netanyahu, y no ha dudado en defender (lo hizo en 2020) la anexión a Israel de partes de los territorios ocupados de Cisjordania.

La lucha contra la crisis climática es otro de los capítulos que la victoria del populismo en EEUU pone en solfa. El país norteamericano se desmarcó del Acuerdo de París, un tratado internacional judicialmente vinculante, a los pocos meses de que Trump llegara a la Casa Blanca por primera vez en 2016. Queda por ver ahora cuál será el papel del país más industrializado del planeta y primera economía mundial en la próxima Cumbre por el Cambio Climático de ONU que se celebra la semana que viene en Bakú, Azerbaiyán.

La libertad de prensa es otro de los frentes que se abren de nuevo, dejando en una posición de vulnerabilidad toda la prensa crítica e independiente que se opone al seguidismo que exige Trump. A su habitual menosprecio retórico por los periodistas y medios no afines, se añadieron las primeras medidas para que la prensa no pueda ejercer su labor de manera libre en la misma noche electoral: El partido republicano prohibió el acceso al centro de convenciones de West Palm Beach a decenas de periodistas internacionales, provocando fuertes quejas. Además, según informó la CNN, el equipo de Trump suspendió la acreditación de prensa a los periodistas de Político, Voice of America (VoA) y Mother Jones en represalía por su cobertura de la campaña.

Como ya demostró en la primera legislatura, Donald Trump ha llegado a la Casa Blanca sin tener una hoja de ruta definida. Todo lo contrario que su equipo de asesores y acólitos que desde hace meses tienen diseñado la ‘El Proyecto 2025’, una especie de hoja de ruta para hacerse con el control total de las instituciones que puedan suponer un freno para Trump y que pasa por poner a marionetas en posiciones claves. Un ‘proyecto’ que puede contar ahora con el beneplácito del Senado, que ha quedado en manos de los republicanos.

Una entronización en toda regla de un personaje con un carácter marcadamente autoritario que, ahora sí, cuenta con el apoyo de la mayoría del voto popular de los americanos y, por lo tanto, con la sensación de legitimidad. Una inspiración para otros líderes con tendencia autocráticas que se han apresurado a ser los primeros en felicitar en X (Twitter) al 47 presidente de los Estados Unidos.

Los líderes populistas y de la extrema derecha en todo el mundo ya se prueban las coronas ante el espejo para ver cómo les queda.

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