El empleo lo crean mayores y jóvenes

El Banco Mundial está comprobando que los jóvenes no son más productivos que los mayores, sino que hay tareas en las que son menos
y otras en las que los jóvenes les sustituyen con provecho

Toda la concepción del mercado laboral en Occidente gravita sobre un gigantesco malentendido: los jóvenes deben reemplazar a los mayores que se van jubilando. Y entre empleados mayores y jóvenes hay una suma cero: cuantos más se jubilen, más empleo hay para ellos.

De ahí que se haya concebido el contrato de reemplazo y se hayan favorecido durante años las prejubilaciones, a veces muy bien pagadas, en banca, telecos o grandes empresas públicas. Muchos se iban a casa a los 50 y pocos con casi todo el salario y todo el tiempo del mundo.

El resto les pagábamos, y me alegro por ellos, que estuvieran 30 años de media, pues es de 83 la esperanza de vida española, haciendo lo que más les apeteciera. A veces sin saber qué.

Pero ahora el Banco Mundial está comprobando que los jóvenes no son más productivos que los mayores, sino que hay tareas en las que son menos y otras en las que los jóvenes les sustituyen con provecho. Pero no hay ninguna suma cero: cuanto más trabajamos todos más empleo creamos.

Las empresas que generan más valor y beneficios son las que tienen una plantilla diversa también en edades. Así que ahora recomienda a los gobiernos que, como el nuestro, empiecen a flexibilizar las jubilaciones. Es decir, que las hagan compatibles en mayor o menor medida con el trabajo. Y que las pensiones y los sueldos se ajusten a esos nuevos pactos. No por ser joven se le ha de pagar menos a nadie exigiendo que genere el mismo valor que los veteranos.

Es un cambio de mentalidad global forzado por un éxito no menos global de la humanidad: todos los países, incluidos los africanos, están aumentando su esperanza de vida. Y los latinoamericanos a una velocidad tal que pronto será aproximada a la nuestra.

Todos vivimos y viviremos más, pero para que también podamos decir que viviremos mejor hay que trabajar más años y más personas. Sólo así se genera la prosperidad compartida gracias a los impuestos, los sueldos, el consumo...Que nos permitirán mantener una sanidad y una enseñanza públicas de calidad.

La tercera pata de este cambio de mentalidad es la formación continúa. Ya saben que las áreas de la empresa en las que los jóvenes son más hábiles son las tecnológicas. Para que los sesentones no se queden atrás es imprescindible que se formen cada día. Ahí tienen que estar las administraciones apoyando a los empresarios para que no solo ellos carguen con el coste de esa formación.

Si todos nos formamos a cualquier edad, además, podremos ir cambiando también de áreas y especializaciones para que no miremos el reloj en la oficina pensando que va demasiado lento.

Los expertos del Banco Mundial advierten que este tipo de pactos intergeneracionales público-privados no se logran con un decretazo, sino con consensos de larga duración e ideológicamente transversales que trasciendan el programa del gobierno de turno. Los mejores países los consiguen.

Y es que me cuesta mucho no ser optimista. Tal vez porque voy a dar clase hoy en la URV y esta promoción es estupenda. Escriben mejor que yo con la misma ilusión por explicar lo que ven.

Me recuerdan la etimología de la palabra trabajo, que como sabemos en la Imperial Tarraco, proviene de ‘tripalium’, que era un artefacto infernal con tres palos al que se ataba a los esclavos gandules para azotarles. Ya ven: cualquier tiempo pasado fue anterior. Además, si sabes elegir tu profesión, no trabajas nunca. Y yo -y espero que ustedes- no he trabajado en mi vida.

Lluís Amiguet es autor y cocreador de ‘La Contra’ de ‘La Vanguardia’ desde que se creó en enero de 1998. Comenzó a ejercer como periodista en el ‘Diari’ y en Ser Tarragona. Su último libro es ‘Homo rebellis: Claves de la ciencia para la aventura de la vida’.

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