Cuestión de tiempo

La victoria de la extrema derecha en Austria, aunque por el estrecho margen del 1% de los votos (25,4%), confirma la tendencia al alza de una formación que cimenta su éxito en la desinformación y el miedo

Hoy tengo que poner el foco en Austria, y no sólo para honrar el título de esta contraportada, ‘La Mirada desde Viena’. Las pasadas elecciones europeas dejaron dos grandes titulares: En Francia arrasaba el partido nacionalista de Marine Le Pen pero, a su vez, la eurocámara resistía el envite de la ultraderecha y seguirá en manos de partidos europeístas. De hecho, estos titulares son dos caras de la misma moneda que muestran una tendencia: El auge de las opciones políticas populistas, conspiranoicas y extremistas se consolidan aunque no tienen (todavía) un apoyo masivo, excepto en Francia y ahora, también, en Austria.

El ‘Partido de la Libertad’ (FPÖ) se erigió como ganador de las elecciones europeas en el país de los Alpes, si bien es cierto que por el estrecho margen del 1% de los votos (25,4%). Sin embargo, estos resultados representan 10 puntos más de los que obtuvo en los anteriores comicios europeos. Nada nuevo. Desde 2022, el partido de ultraderecha está en auge. No en vano, gobierna en coalición con el partido conservador en 3 de los 9 estados federados de Austria, entre ellos el histórico estado de Salzburgo.

Entrevisté a Ingrid Brodnig hace poco más de una semana. Brodnig es una columnista del semanal político Profil y una de las principales expertas en desinformación, extremismo y violencia online en Austria. Quería entender el por qué el ‘Partido de la Libertad’ había conseguido recabar ese nivel de apoyo en las urnas.

El principal problema, me explicaba Brodnig, es que el partido ha abrazado una retórica mucho más populista, antisistema y conspiranoica para capitalizar el descontento de un segmento de la población cercana a estas tesis. Todo ello, sin olvidar los discursos antiinmigración, rusofilos y euroescépticos de los que hacen gala en cada una de sus intervenciones públicas.

El FPÖ ya sabe que tiene una base fiel a la derecha del partido conservador (ÖVP), pero en los últimos años se ha lanzado a conquistar el voto reaccionario de los movimientos antivacunas más extremistas que proliferaron en la pandemia del coronavirus. Estos grupos no comparten una ideología, sino una especie de discurso victimista que pivota sobre un argumento fundamental: La lucha frente a un estado opresor (incluida la eurocámara) que no está en manos de los ciudadanos sino que responde a los intereses de una élite en la sombra.

El intento de capitalizar estos votos no es un fenómeno exclusivo de Austria. Se trata de un patrón que se observa en varios países europeos, al menos en aquellos que el equipo de periodistas del International Press Institute (IPI) hemos seguido de cerca la evolución de estos grupos.

Uno de los principales instrumentos para alimentar estos grupos y capitalizar su voto es el de la desinformación. De hecho, el pasado 18 de junio, el partido socialista austriaco (SPÖ) presentó una propuesta para financiar la suscripción a periódicos digitales para los jóvenes de 16 a 30 años. Unos 150 euros anuales para «luchar contra las noticias falsas», tal y cómo dijo el SPÖ en un comunicado. «Estamos inundados a diario por noticias contradictorias y sin confirmar. Necesitamos que el periodismo crítico sea accesible a todos los ciudadanos».

Y es que el discurso contra los periodistas y los medios de comunicación ha sido uno de los argumentos en los que la extrema derecha ha cimentado su victoria en las recientes elecciones europeas. Según Brodnig, en Austria y otras partes de Europa, los movimientos populistas acusan a los periodistas de no contar la ‘verdad’ a la población o sólo una parte interesada de la misma.

Uno de los argumentos más comunes que buscan erosionar la confianza de la población en el periodismo de calidad, basado en hechos y no opiniones, alude a la falta de solvencia económica de los medios que les hace ser siervos de esta élite económica. Toda una red de medias verdades que van tejiendo un panorama interesadamente apocalíptico, en el que sólo líderes aparentemente fuertes y con sentido común tienen la llave para devolver el país (en manos, ahora, de esa élite corrupta) a los compatriotas.

En breve sabremos si propuestas como la del partido socialista austriaco tienen algún efecto o llegan tarde. El 29 de septiembre se celebran las elecciones generales en Austria en las que el Partido de la Libertad sigue liderando las encuestas. Es sólo cuestión de tiempo.

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