La imposible paz mundial
Cuando se dio por terminada la Guerra Fría, que durante cuarenta años nos había mantenido a todos en vilo, muchos creíamos que se abría un periodo de paz mundial. Las condiciones parecían óptimas: había desaparecido uno de los dos bloques enfrentados y no se vislumbraban en el horizonte graves conflictos. En Estados Unidos la euforia fue breve. Los expertos en prospectiva enseguida salieron al paso del optimismo que se había creado. Uno de los más conocidos recuerdo que me dijo: «No hay razón para las ilusiones. El hombre es incapaz de vivir en paz. Siempre encontrará motivos para enfrentarse. Unas veces serán diferencias religiosas, otras políticas y siempre intereses variados».
Los hechos no tardaron en darle la razón. Tras un breve periodo de calma estallaron los enfrentamientos en los Balcanes y enseguida en Irak. En estos momentos asistimos a la guerra desencadenada por Rusia contra Ucrania mientras continúan las de Siria y Yemen. La pregunta que se despierta ante esta realidad es cual será la siguiente. Rusia bajo la ambición desmedida de Putin continúa siendo una amenaza para sus vecinos.
Pero el punto más caliente está sin duda en Asia. Estados Unidos y China, convertidos en las dos superpotencias actuales, se disputan la supremacía económica e industrial y mantienen como elemento permanente de fricción la isla de Taiwán que el Gobierno de Pekín reivindica como territorio propio y no acepta su próspera independencia. Para Washington, en cambio, la independencia de la isla, a pesar de que no goza de reconocimiento internacional, es sagrada. La discrepancia es motivo de conflictos. Estos días China está lanzando serias amenazas por el simple hecho de que Nancy Pelosi, la líder demócrata del Congreso, visite la isla en un viaje que está realizando por el Pacífico.
Taiwán cuenta con unas fuerzas armadas potentes y la defensa de su independencia está garantizada por los norteamericanos, que mantienen un despliegue permanente de intimidación en la zona. En Oriente Próximo el riesgo de una nueva guerra es constante. Y en Europa se temen conflictos en Reino Unido donde al sucesor de Boris Jonhson le esperan dos conflictos internos al menos en potencia. Uno es el de Irlanda del Norte que no encuentra la estabilidad que ha perdido con el ‘brexit’. El otro problema delicado es Escocia, tras el referéndum sobre su independencia que se celebrará en breve con excelentes perspectivas de ganar de los independentistas estimulados ahora por desligarse de Londres y volver a integrarse en la Unión Europea.