La abadía cisterciense de Viaceli, emporio del conocimiento

La Abadía de Nuestra Señora de Viaceli se encuentra en el Camino de Santiago del Norte, en Cantabria. La ruta transcurre por bellas localidades, muchas son costeras, serpenteando los pequeños valles del litoral y sus acantilados. Así llegamos a Cóbreces con los pináculos neogóticos de la parroquia y de la Abadía de Viaceli, acariciada por la suave brisa del mar sobre una alfombra de verdes prados y enmarcada por la silueta de los Picos de Europa. La fina y esbelta aguja de la torre de la Abadía es como una flecha que apunta al cielo y que indica al peregrino la ‘otra ruta’ del Camino: la que va al cielo, la ‘Via Celi’.

Muchos indianos dejaron su impronta en estas tierras cántabras, con sus casonas y generosas donaciones. Cóbreces está muy unida a la historia de la Abadía.

Mientras en el Seminario de Comillas se formaban futuros obispos y altos cargos de la Iglesia, en Cóbreces se fragua un proyecto educativo y social para la promoción de las personas de la zona; mejorar las técnicas agrícolas y ganaderas mediante métodos modernos y, así, frenar los efectos negativos de la despoblación rural.

Con este propósito y por amor a su tierra y sus gentes, los hermanos Antonio y Manuel Bernaldo de Quirós dejan en testamento sus propiedades que redactan así: «(...) Fundarán en nuestra casa solariega de Cóbreces una Comunidad de Religiosos Trapenses que se dediquen a la enseñanza agrícola con arreglo a los adelantos modernos aplicables a la Zona Norte de España (...)».

El Capítulo General Cisterciense de 18 de Septiembre de 1903 aprueba aceptar el legado y la fundación de una Comunidad Trapense, que se encargaría de la enseñanza agrícola a los jóvenes pobres del país. En 1906 se termina la construcción del Instituto Agrícola Quirós y se pone la primera piedra de la Iglesia del Monasterio.

El nacimiento de una Comunidad religiosa requiere de una madre fundadora. Viaceli tuvo como madre la Comunidad francesa de Santa María del Desierto. Otras Comunidades de Francia, Holanda y Bélgica colaboraron aportando sus monjes. Cada uno trajo su lengua, y los adelantos técnicos de su país, que después enseñarían a los jóvenes del Instituto. Con los años el monasterio montañés crece hasta convertirse en Abadía en 1926 y da sus frutos. De esta manera la que un día fue hija de Santa María del Desierto se convierte en madre de la fundación de tres nuevas Comunidades: Santa María de Sobrado, en La Coruña; Santa María de Huerta, en Soria, y Santa María del Evangelio, en República Dominicana.

Los ‘Trapenses’ u Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (ocso) es una Orden Religiosa Contemplativa de la Iglesia Católica Romana, formada por monasterios de monjes y de monjas. Forman parte de la amplia Familia Cisterciense, que tiene sus orígenes en 1098. Siguen la Regla de San Benito, y por eso también son parte de la Familia Benedictina. En el S. XVII, en el monasterio de ‘La Trappe’, en Francia, surge un movimiento reformador del Císter que rápidamente se extiende por todos los continentes. Hoy en día, los cistercienses se reparten en dos grandes órdenes: la Sagrada Orden del Císter y la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (Trapenses).

Los valores de los monjes Trapenses son la oración, el silencio, la fraternidad, la vida sencilla, laboriosa y sacrificada. Practican el lema de San Benito «Ora et labora» (reza y trabaja) y comparten el fruto del trabajo.

El Instituto Quirós, la fábrica de quesos y mantequillas y la explotación agrícola adquieren gran prestigio en toda Cantabria. La explotación ganadera de Viaceli se adelanta a su tiempo y se convierte en modelo y referente, con técnicas modernas eficientes, y de ganadería ecológica y sostenible. Los monjes trapenses son reconocidos y respetados en todo el país, por su espiritualidad, seriedad y fidelidad a su vocación monástica.

La Comunidad sufre las consecuencias de la Guerra Civil. El monasterio es ocupado, destrozado y los monjes tienen que huir. Buen número de ellos son detenidos, torturados y finalmente 19 son asesinados por sus convicciones religiosas. Los mártires de la Abadía de Viaceli fueron beatificados en octubre de 2015.

La vida de los monjes se organiza sin olvidar su formación intelectual. Asisten a cursos de especialización en Escuelas Superiores de horticultura, y ganadería, viajan a Roma u otras Universidades de España, Europa y Estados Unidos para licenciarse en estudios eclesiásticos y de otra índole; realizan estancias temporales en monasterios de Francia y otros; celebran congresos; escriben y traducen libros, que intercambian con otros monasterios; crean la revista Cistercium (accesible por Internet). Y todo ello desemboca en una explosión intelectual y creadora, en un emporio del conocimiento. Fruto de ello es su admirable Biblioteca que alberga más de 60.000 ejemplares.

Viaceli se adapta a los nuevos tiempos: a la política de la Unión Europea (que limita la producción láctea); adapta sus Estatutos a la normativa de Fundaciones, y al Plan General de Contabilidad en la fábrica de quesos; el colegio Quirós pasa a depender de la Consejería de Educación de Cantabria; se firma un convenio con la Diputación de Santander para la restructuración de la explotación agrícola y ganadera, etc.

Actualmente la Comunidad de Viaceli la forman unos 20 monjes, de edades avanzadas. El reto más importante a que se enfrenta es la pervivencia, atraer nuevas vocaciones. La Comunidad desarrolla sus quehaceres religiosos, se sustenta con su trabajo en la fábrica, atiende a la hospedería y a los peregrinos del Camino de Santiago, presta ayuda a quien lo necesita, colabora con los vecinos y desarrolla la acción pastoral en la parroquia de Cóbreces, entre otras. Y sus quesos ‘Trapa’ ganan premios.

Haciendo turismo por Cantabria descubrí este bello monasterio y quise conocer su historia. Fieles a su espíritu religioso y los valores del Císter, cumplieron la encomienda de los hermanos Quirós. Así, han contribuido durante décadas al desarrollo, la mejora económica, social y humana de Cantabria. Hoy, leales a sus principios, afrontan los desafíos y retos del futuro.

Con este artículo agradezco la hospitalidad que me brindaron, los conocimientos proporcionados y los horizontes que me abrieron. Gracias a Dom Francisco Rafael, responsable de la Biblioteca; a Dom Felipe, que me inspiró el título de este articulo; a la Sra. MariCruz, por sus atenciones, y a todos los monjes de la Abadía de Viaceli. Para todos, desde Tarragona ¡Un fuerte abrazo!

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