Informaciones inexactas
'Una hora menos en Canarias' se quiere reforzar como signo de identidad isleña
La información en general y la periodística en particular son un instrumento importantísimo para la creación de una verdadera opinión pública, formada y responsable. Indudablemente, la información que se facilita a los lectores puede contener errores o inexactitudes, e incluso mentiras, con los riesgos que todo ello puede provocar. Hoy voy a proponerles algunos ejemplos de informaciones que podrían denominarse inexactas, por utilizar un calificativo amable.
La primera hace referencia a una noticia publicada en las páginas del The Times, hace poco más de un siglo. Nos lo comentaba, no hace un siglo, sino mucho menos, el Dr. Luis Navarro, profesor de Historia Moderna en la URV. El diario publicada una sección de noticias meteorológicas, con la información de lo que podía ser de interés para sus lectores. Un día publicó un suelto con este texto: «Niebla en el Canal de la Mancha. El continente está aislado». Más allá del espíritu british de la noticia, hay que destacar que partiendo de un hecho real se ha ofrecido al lector una información cuanto menos tendenciosa, que le induce a pensar dos cosas: que las islas británicas no forman parte del continente, y que ese continente es el que se encuentra aislado de las islas a causa del fenómeno atmosférico. En fin, cuestión de percepción. Pero si leen los argumentos actuales de los partidarios del Brexit, verán que la anécdota no es tan simple como parecía.
Otro ejemplo. En un estudio realizado hace unos años sobre algunos de los diarios norteamericanos de mayor tirada, se analizó cómo se informaba de los resultados de los litigios entre las compañías aseguradoras, los fabricantes de automóviles y los particulares sobre los pleitos causados por accidentes provocados a causa de los fallos de montaje en los vehículos. Se concluyó que como los diarios sólo informaban cuando el pleito lo ganaban los particulares, pues esa era realmente ‘la noticia’, se había generado una opinión mayoritaria de que todos los pleitos de este tipo se resolvían en los tribunales a favor de los particulares. Cuando, en realidad, el porcentaje a favor de los particulares no llegaba al 15%. Del restante 85%, resuelto a favor de los fabricantes, no se informaba, no era ‘noticia’.
Último ejemplo. Desde hace algunos años, se habla con cierta frecuencia de la necesidad de racionalizar los horarios para poder conciliar mejor la vida laboral con la familiar y personal. Relacionado con ello, se explica que la diferenciación del huso horario español peninsular respecto al que le correspondería se debe a una decisión del general Franco para congraciarse con el régimen del III Reich en plena guerra mundial, y que la hora en el archipiélago canario va con retraso porque Franco no la quiso modificar.
La información es, en parte, inexacta. El actual sistema horario fue establecido en España mediante Real Decreto de 22 de julio de 1900, que entró en vigor el día 1 de enero de 1901. En dicha norma se fijó como hora oficial para la Península y las islas Baleares la conocida como hora «de la Europa occidental», regido por el huso horario del meridiano de Greenwich.
Supongo que ya se habrán dado cuenta del ‘olvido’: no se indicaba nada para las islas Canarias. En efecto, nada se decía sobre qué horario debía regir en ellas. Por lo cual continuó vigente el horario que hasta esa fecha existía. ¿Cuál era ese horario canario? Buena pregunta. La misma que se hizo el primer Lord del Almirantazgo, Arthur Hamilton Lee, primer vizconde de Lee Fareham, cuando veinte años después preguntó al Gobierno español qué horario regía en las islas afortunadas, pues la importantísima flota comercial británica que hacía escala habitual en las islas se topaba con numerosos inconvenientes al no saber a ciencia cierta cuál era la hora local: si la que seguía Madrid como capital del reino (hora Greenwich); o si la que correspondía a su huso horario (una hora menos que Greenwich). El Gobierno español requirió toda la información precisa, que dio lugar a un voluminoso expediente administrativo que recientemente han estudiado con acierto los Drs. Eduardo Galván y Manuel Aranda, profesores de Historia del Derecho de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria.
La situación era que en las islas regían hasta cuatro horarios distintos, pero ninguno era ‘horario oficial’: las oficinas de Telégrafos seguían el horario peninsular, según Greenwich; los Gobiernos militares, Comandancias de Marina, oficinas de Correos y el público en general usaban la hora del huso horario correspondiente (una hora menos que en Greenwich); el Ayuntamiento de las Palmas seguía el reloj de la Catedral, «que marcha de una manera caprichosa» (sic); y en el puerto de La Luz seguían el horario de la ciudad de las Palmas, que se les comunicaba «por señal de bandera y bola que hace el cañonero guardacostas cuando está fondeado en el puerto». Además, en cada una de las islas se daban ajustes a cada horario en función de su localización geográfica. En fin, un verdadero galimatías. Después de diversos estudios, por Decreto de 11 de febrero de 1922, redactado a propuesta de un isleño mallorquín, Antonio Maura Montaner (presidente del Consejo de Ministros), se ordenó que a partir del día 1 de marzo las islas Canarias adoptarían como única hora oficial la correspondiente a su huso horario, es decir, una hora menos que Greenwich, que era la hora peninsular. De ahí surgió el dicho «una hora menos en Canarias», que todavía se mantiene y se quiere reforzar como signo de identidad isleña.
El día 1 de mayo de 1942 Luis Carrero Blanco, a la sazón subsecretario de la Presidencia del Gobierno, firmó una orden por la cual se adelantaba una hora el horario oficial español (tanto en la Península como en las islas Baleares y Canarias), con la finalidad de que la jornada de trabajo se adaptara a la jornada solar. La orden acababa con esta frase: «Oportunamente se señalará la fecha que haya de restablecerse la hora normal». Así seguimos…
*El Dr. Antoni Jordà Fernández es catedrático de Historia del derecho y de las Instituciones-Universitat Rovira i Virgili