Importante pero insuficiente

La ministra de Fomento, Ana Pastor, volverá hoy a Tarragona para inaugurar otro tramo de la autovía A-27, el segundo, que une La Pobla de Mafumet-El Morell con la carretera C-37, que va de Alcover a Valls. De esta manera, se acortará sustancialmente el tiempo para ir desde Tarragona a la capital del Alt Camp. Es una de las reivindicaciones históricas del Camp de Tarragona. No en vano, desde hace prácticamente dos décadas se está esperando que la idea inicial se materializara.

No sólo será importante para unir las dos ciudades, sino también para el tráfico de camiones que, con la entrada en funcionamiento de estos 7,8 kilómetros, ya no tendrán que pasar por la N-240, en concreto por tramos cercanos a núcleos urbanos.

Todo parece indicar que el tercer tramo, el correspondiente a la variante de Valls –que termina en la N-240, a la altura de la pedanía vallense de Masmolets–, entrará en servicio próximamente porque las obras están muy avanzadas.

La buena noticia de este avance de la A-27 se frena cuando se mira al futuro como mínimo a corto y medio plazo. El cuarto y definitivo tramo, el que tiene que atravesar el Coll de Lilla a través de un túnel, no tiene ni siquiera el proyecto redactado. Una autovía que tenía que ser una salida rápida de mercancías del puerto de Tarragona hacia la zona norte a través de Montblanc y la autopista AP-2 se ha convertido en un parche que no va a solucionar el grave problema de infraestructuras que tiene la zona central del Camp de Tarragona. Y lo malo es que por ahora no se ven perspectivas de solucionarlo.

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