Un Black Friday globalizado

El viernes 24 de septiembre de 1869 dos agentes de bolsa de Wall Street, Jay Gould y Jim Fisk, intentaron acaparar todo el mercado del oro en sus manos aliándose con un famoso político de Nueva York, Boss Tweed, pero fracasaron en el intento. Los tres trataron de sobornar a personas influyenes, incluidos algunos jueces. El plan falló porque el precio del oro se desplomó en cuestión de minutos y muchos inversores se arruinaron. Aquella jornada se denominó Black Friday (Viernes Negro en castellano). Casi un siglo después, en 1950, la expresión volvió a emplearse: el sábado después de Acción de Gracias se iba a disputar un partido de fútbol americano entre el ejército y la marina en Filadelfia, pero la ciudad se colapsó el día anterior –viernes– por la avalancha de personas que fueron para hacer sus compras de Navidad y asistir al encuentro.

El Black Friday es ahora un ritual consumista. Las tiendas ofrecen suculentos descuentos para atraer clientes y las ventas se disparan. Empezó a celebrarse en Estados Unidos y ya se ha asentado en medio mundo. Es la globalización, amigos.

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