Eudald Carbonell, nuestro Indiana Jones
El Homo antecessor vivió hace alrededor de un millón de años. Era alto –medía entre 1,60 y 1,85 metros–, fuerte, de tronco ancho y abundante vello para protegerse del frío.
Nadie había reparado en su existencia hasta que un 8 de julio 1994 se hallaron unos desconcertantes restos arcaicos humanos en un yacimiento de Atapuerca (Burgos).
El estudio concienzudo de los fósiles, los mamíferos y la industria lítica que les acompañaban llevó al equipo de Atapuerca, en 1997, a escribir en la revista Science que se trataba de una nueva especie del género Homo y el ancestro común del Homo sapiens y del Homo neanderthalensis. Ese mismo año recibieron el Príncipe de Asturias.
«Aquel hallazgo tuvo una importante contribución tarraconense», cuenta el arqueólogo Eudald Carbonell, catedrático de la Universitat Rovira i Virgili e impulsor del IPHES. Carbonell, junto con el paleontólogo José María Bermúdez, acaba de publicar el libro Homo antecessor. Sigue con su peculiar sombrero y su mochila a cuestas, como cuando sus alumnos de Prehistoria lo vehíamos como un Indiana Jones.