¿Nos hemos vuelto todos locos?
Ya sé que algunos lectores, al leer este artículo dirán que junto churras con merinas, y tal vez tengan razón, pero diferentes acontecimientos de estos días, algunos de ellos inconexos ciertamente, llevan a preguntarme si nos hemos vuelto todos locos, o al menos así me lo parece. Por un lado, hemos perdido la decencia y la coherencia en el debate político. La mentira y el engaño son el pan de cada día, se criminaliza al adversario y se blanquea, o incluso se santifica, al amigo o, mejor dicho, al que me pueda mantener en el poder. Nos hemos vuelto inmunes a que nos mientan, a que nos engañen, el fin justifica la mentira y el engaño, y todo ello sin que nadie se ruborice.
Nunca en la historia reciente de España un presidente del Gobierno había mentido y engañado como lo ha hecho Pedro Sánchez. Del «con Iglesias en el Gobierno no dormiría», siguiendo con «con Bildu no pactaré», rematando con «yo no voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas», y terminando con «los indultos políticos deben acabar», podríamos llenar un artículo entero. Pero el último engaño resulta especialmente interesante. Del reiterar que no modificaría el delito de sedición, confirmado parece ser por un whatsapp de Bolaños a González Pons, en un intento rastrero por mantener el pacto por el CGPJ, cuando ya tenían pactada y redactada dicha reforma con ERC para aprobarla una vez nombrados los vocales, engañando no solo a la oposición sino también a todos los españoles. Del rebajaré la pena de sedición para homologarla con Europa a derogar el delito de sedición, que jurídicamente es algo radicalmente diferente, ya que la derogación supone dejar dichas conductas despenalizadas, tal como ha anunciado lleno de gozo el Sr. Junqueras. Por cierto, lo de la homologación europea es otra falsedad aupada por ciertos medios de comunicación. Lo cierto es que en algunos países europeos las conductas del tipo de la sedición española se penan con penas más graves, en otros con la misma y en algunos, los menos, con penas menores. Con el engaño y la mentira es imposible hacer política, cuando un interlocutor no es fiable la política se degrada a un juego de poder por el poder.
Recientemente Correos ha lanzado un sello conmemorativo del aniversario del Partido Comunista de España con la estrella roja, la hoz y el martillo, símbolos bajo los que se cometieron verdaderas atrocidades tanto en España como en el mundo y que sirvió para limitar las libertades y atentar contra los derechos fundamentales de millones de ciudadanos en lo que se llamó la Europa oriental, e incluso siguen, bajo dicho símbolo, sojuzgando a ciudadanos en nuestros días en algunas de las repúblicas mal llamadas democráticas que quedan. Aquí no hay memoria democrática, aquí lo celebramos.
También estos días hemos tenido conocimiento de que un Juzgado de Barcelona ha admitido a trámite la querella interpuesta por la Generalitat de Cataluña contra Pablo Casado por unas declaraciones sobre si a los niños que hablaban castellano el profesor no les dejaba ir al baño. La querella, ni más ni menos, se interpone por un delito de injurias, calumnias y finalmente por un delito de odio o discriminación. Parece que el Juez de todo el catálogo de delitos imputados a Pablo Casado solo recoge en el auto la posible comisión de un delito de injurias. Sinceramente me resulta bastante incomprensible, a tenor de nuestra jurisprudencia, entender que las palabras de Casado puedan ser susceptibles de incardinarse en un delito de injurias. Pero más incomprensible me resulta que quienes defendían que la libertad de expresión permitía colocar pancartas en los edificios públicos, reivindicando la independencia, o que lo volverían a hacer, haciendo apología de la desobediencia y acusar al Estado de judicializar la política, interpongan una querella precisamente contra la libertad de expresión del entonces presidente del Partido Popular. Increíble.
Lo de la ministra de Igualdad Irene Montero es ya para nota. Se le avisó, y a pesar del daño que está infringiendo a las víctimas es incapaz de reconocer su error, pedir perdón e irse a su casa. Prefiere acusar a todos los que critican su ley de machistas. Empieza a cansar que cualquier crítica a la ministra sea respondida con acusaciones de machista y facha, quizás es que no tiene otro argumento. Y, aviso a navegantes, lo mismo ocurrirá con la Ley Trans, la nueva chapuza jurídica de Irene Montero.
Y la guinda a todo esto la ha puesto la ministra portavoz con su propuesta en pleno siglo XXI de recuperar el NODO, sí lo han leído bien, recuperar el NODO. Y si no, qué es proponer que los espacios informativos de todas las cadenas reserven un minutaje para informar de los acuerdos del Gobierno, de la manera que quiera el Gobierno, ya que los periodistas, supuestamente, manipulan la información y no se traslada verazmente a los ciudadanos lo que ocurre en el Consejo de Ministros, según la ministra. En cualquier país que no sea España el siguiente paso sería su dimisión.
Y podría seguir con infinidad de ejemplos más, campañas publicitarias sin ningún sentido, mentiras reiteradas, rectificaciones constantes, pero permítanme recordar un hecho que por el momento y la gravedad de la situación en que lo vivimos me pereció especialmente alarmante, y nos dará las claves de lo que ocurrirá. Recuerdan la comisión de expertos que asesoraba al Gobierno en la desescalada de la pandemia, primero el gobierno de Sánchez se negó a dar los nombres de sus miembros y luego resultó que nunca existió, y ello cuando todas las medidas de la desescalada las justificaban con las recomendaciones de la comisión. Pues bien, reconocido que no existía, que se lo inventaron, que nos mintieron, ¿ha pasado algo? ¿Ha dimitido alguien? No ha ocurrido nada, absolutamente nada, y lo mismo ocurrirá con los hechos anteriormente descritos, no pasará nada. Por eso solo cabe preguntarnos ¿nos hemos vuelto todos locos?
«Aunque a todos les está permitido pensar,
muchos se lo ahorran».