El ejemplo de las futbolistas: la unión hace la fuerza
Estos días estamos asistiendo a un ejemplo de rebelión a bordo por parte de las jugadoras de la selección española de fútbol. La movilización de las futbolistas llega en un entorno turbulento, amplificado por el vergonzoso caso protagonizado por el ya ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales. Este lamentable episodio ha abierto las puertas para que estas jugadoras planteen un pulso a los estamentos federativos para conseguir cambiar unas estructuras impropias del nivel de excelencia que han demostrado consiguiendo el título de campeonas del mundo, unos cambios que llevaban tiempo reclamando y que ahora parece ser que están más cerca por un motivo: están unidas.
El mismo factor que ha posibilitado la firma del nuevo convenio de la liga profesional de fútbol femenino, claramente desfasado teniendo en cuenta el importante crecimiento del atractivo (y de los ingresos) que esta competición ha experimentado en los últimos tiempos. Conscientes de sus derechos, las jugadoras fueron a la huelga y han conseguido un avance significativo sobre el que seguro que habrá que volver más adelante con el mismo método: estar unidas.
Al margen de los elementos vergonzosos de discriminación de género que rodean las circunstancias del fútbol femenino, es muy relevante el ejemplo que estas jugadoras nos dan a toda la sociedad. Es algo que ya sabíamos, que a la hora de defender los derechos de un colectivo la unión hace la fuerza. Pero que, lamentablemente, demasiadas veces se olvida cuando llega el momento de pasar a la acción.
En el ámbito de la empresa, el camino de la unidad es la negociación colectiva. Un marco que permite vehicular todo tipo de reivindicaciones y hacerlo con la fuerza que nos otorga su reconocimiento legal y la representatividad que ejercemos los sindicatos.
Por este motivo, tendremos más músculo cuanto mayor sea nuestra base en forma de afiliados.
Tomemos ejemplo de las jugadoras de fútbol femenino, estemos unidas y vayamos a por nuestros objetivos. Son tan importantes (o más, cada cual que fije sus prioridades) que ganar un Mundial de fútbol.
«Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir».