De patio de colegio
El debate del pasado lunes tal vez haya sido el menos brillante de los habidos entre presidenciables al Gobierno de España desde la restauración de nuestra democracia. Bronco, carente de ideas, plagado de datos imprecisos o directamente falsos, irrespetuoso, mal moderado y con un nivel argumental impropio de dos personas que aspiran a gobernar el país. Un espectáculo grotesco alejado de cualquier intento de discusión discursiva y competición virtuosa.
Aunque no debiera ser así, lo cierto es que la crispación, el ruido y el afán de querer destruir al adversario se impusieron con rotundidad a la voluntad de contrastar ideas en pos de mejorar la sociedad. La ausencia de una moderación adecuada tampoco contribuyó a reducir la situación de desconcierto que imperó a lo largo de los 100 minutos que duró el debate.
Más allá de buscar vencedores y vencidos, lo cierto es que la política en su conjunto, entendida como el arte de llegar a acuerdos entre distintos, perdió por goleada.
Ante esta casuística cabe plantearse si el formato del mismo fue el más adecuado y si en la España de hoy tiene sentido hacer debates a dos. Al fin y al cabo, a nadie se le escapa que el gobierno resultante de las elecciones del próximo 23 de julio va a estar conformado por más de un grupo político. Tanto es así que las referencias a otras formaciones fue una constante a lo largo del debate. Yolanda Díaz, Abascal, ERC o Bildu fueron nombrados insistentemente sin que estos tuvieran oportunidad de alegación o réplica alguna.
Si bien el próximo miércoles 19 está previsto un debate a cuatro, éste no va a contar con la presencia de Alberto Núñez Feijóo. Si ya de por sí no tenía previsto asistir, menos lo va a hacer ahora sintiéndose vencedor del cara a cara ante Pedro Sánchez. Pese a ser algo manifiestamente interesante para clarificar muchos aspectos, el candidato del Partido Popular sabe que tiene mucho más a perder que a ganar.
Sea como fuere, nuestro país es y merece mucho más. La ciudadanía espera mucho más de nuestros representantes públicos.
La política debe ser algo mucho mejor que lo que vimos el pasado lunes. Merecemos una política que hable de las cosas que importan a la gente y que tenga en cuenta los retos que debemos afrontar como país.
12 días antes de que su corazón se apagara para siempre Julio Anguita nos recordaba que en los momentos de crispación es más preciso que nunca «la serenidad, la reflexión y sopesar razones». «De cómo salgamos del hoy va a ser el mañana. Si del hoy salimos mal, el mañana no será bueno», decía.
Las últimas palabras del ‘Califa Rojo’ guardan más sentido que nunca. Él mejor que nadie supo plasmar que la radicalidad y profundidad de sus convicciones no estaban reñidas con el sosiego, el respeto y la argumentación razonada. En tiempos de polarización y demonización del contrincante conviene atender aquellas voces que hablan de forma serena a la gente y que saben imponerse al ruido sin gritar. Si queremos que el mañana sea bueno no podemos combatir el odio con más odio.