Adiós a la neutralidad y la ekecheiria

En la Antigüedad, las ciudades-estado griegas declaraban una suerte de tregua entre ellas para facilitar que los deportistas se trasladaran a Olimpia sin peligro y para que, tras la competición, pudieran volver en paz a casa. La misma ciudad de Olimpia se consideraba territorio neutral y acogiendo la negociación de tratados de paz. Los Juegos Olímpicos modernos han querido emular a sus antecesores y, desde 1992, coincidiendo con los Juegos de Barcelona, también promueven la ekecheiria, la paz olímpica, aunque no siempre con éxito.

Rusia ha sido el país que más veces ha incumplido la tregua: en 2008, durante los Juegos de Pequín, con la guerra con Georgia; en 2014, anexionándose Crimea un mes antes de los juegos de invierno que ellos mismos organizaban en Sochi, y ahora, con la guerra de Ucrania.

Todo esto sucede a la par que la neutral Suiza firmaba esta semana pasada su adhesión a un acuerdo militar internacional promovido por Alemania, ante el aumento de las tensiones geopolíticas. Y al tiempo que las llamadas a la paz en Gaza siguen cayendo en saco roto.

Antaño, el atletismo podía servir de excusa para bajar las armas unos días, Suiza aún era sinónimo de neutralidad, y algunas voces respetadas internacionalmente eran escuchadas cuando pedían paz y acuerdos... Pero parece que ya no. ¿Han muerto la neutralidad y la ekecheiria?

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