Monjas votando

Con cada elección, esperadas y joviales como las florecillas primaverales, salen al sol las monjitas que votan. Esta debe de ser una de las peculiaridades más significativas de nuestra democracia, al menos si nos dejamos guiar por el prurito con el que los periódicos y los canales televisivos vienen retratándolas desde los años setenta. No sé si esto pasa en otros países.

Quizá el Diario de Estambul también ofrezca fotografías de imanes votando o, mejor aún, de derviches que acuden a sus colegios electorales girando sobre sí mismos y acunando dulcemente sus sufragios mientras dedican hermosos cánticos sufíes a Erdogan.

Da la impresión de que como sociedad no hemos afrontado aún la espinosa cuestión del derecho a voto de las monjas que van vestidas de monjas, y por eso todos los años nos sorprenden esas fotografías como si otra vez se nos hubiera olvidado reformar la Loreg.

Yo debo decir que estoy a favor de que las monjas voten e incluso pediría a mis colegas que también publiquen fotos de policías uniformados votando, de bomberos con manguera votando, de agricultores con azadón votando, de médicos con fonendoscopio votando..., lo que daría a la fiesta de la democracia un aspecto muy jovial que animaría a la participación ciudadana.

Me gustaría llegar hasta el fondo del asunto y conocer el resultado de las elecciones en los conventos. No descarto que Podemos haya obtenido una fuerte representación en las clausuras, donde se respira mucho comunismo, más incluso que en Galapagar.

Si esto es así, como parece probable, ya veo a Pablo Iglesias retransmitiendo todos los domingos la misa de doce por Canal Red.

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