Dos rombos

Me huelo que la primera medida de PP y Vox si consiguen llegar juntos a la Moncloa será recuperar los dos rombos en la tele. El policía antitetas de Murcia y la señora que prohíbe la exhibición de la película Lightyear, en la que dos dibujos animados se dan un piquito lésbico, van marcando un camino muy prometedor, en la línea de Arabia Saudí, Irán, Siria y otras grandes democracias del mundo. Debo confesarles que mi abuelo, durante una corta época de su azarosa vida, fue censor. Con algo había que ganarse la vida y aquella parecía una opción más divertida que andar cavando zanjas por ahí.

Le ayudaba su aspecto, serio y notarial, de una gravedad casi castrense, que sin embargo escondía un temperamento irónico y socarrón. Le consiguió el trabajo un amigote suyo y juntos se iban a medirles las faldas a las vicetiples de las revistas. Luego se tomaban unos cafés y se fumaban unos puros tremebundos en el bar mientras comentaban la jugada entre risotadas y aritos de humo.

Se lo pasaban en grande porque ambos tenían la virtud de no tomarse en serio un oficio ridículo. La diferencia con estos nuevos censores es que los de ahora lo hacen por convicción y enfáticamente, con una reacción muy talibana ante un mundo que ni comprenden ni se esfuerzan por comprender.

En todo caso, si se trata de proteger la inocencia infantil, yo pondría los dos rombos cada vez que la señora María Guardiola apareciera en televisión. No vaya a ser que después de repetirles a los niños que no mientan, que dejen las pantallas y que cumplan su palabra, te salgan con que se han visto obligados a coger la PlayStation por el bien de los extremeños.

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