De Palomares a París: políticos que se mojan

La noticia de ayer y seguramente la de hoy es la actuación ‘estelar’, una más, de Carles Puigdemont. Pero hay vida periodística más allá de las andanzas del expresident de la Generalitat y de la investidura de Salvador Illa.

Sin ir más lejos, uno de los aspectos que ha pasado un tanto desapercibido en los Juegos Olímpicos de París: la contaminación del río Sena hasta el punto de que tuvieron que suspenderse pruebas de triatlón porque los análisis advertían del peligro de bañarse.

Según Euronews, la capital gala invirtió 1.400 millones de euros en construir infraestructuras para recoger las aguas residuales, cargadas de bacterias, que entran en el río durante los periodos de lluvias intensas y lo hacen inseguro para el baño. Para demostrar que el Sena estaba limpio, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se dio dos semanas antes de la inauguración un chapuzón enfundada en un traje de neopreno.

La imagen de Hidalgo dio la vuelta al mundo. A los frikis de la historia les recordará el baño que se dieron en 1966 en la playa de Palomares (Almería) Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo del régimen franquista, y Angier Biddle Duke, embajador de EEUU. ¿El motivo? Las cuatro bombas termonucleares que habían caído en el mar, tras el choque en vuelo de un avión cisterna y un bombardero B-52 norteamericanos.

Ambos políticos se vieron obligados a bañarse en la zona para demostrar que el mar no había sufrido contaminación nuclear. El objetivo era no espantar al turismo, principal motor económico de la zona. Se ha dicho que el baño de Fraga y Biddle no fue en la propia playa de Palomares sino en la de Mojácar pero el régimen juró que el chapuzón fue en el mismo Palomares. Será.

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