Un mandato de 33 días

El 26 de agosto de 1978 alguien gritó: «¡Fumata blanca!» y la redacción del Diario de Barcelona se situó frente al único televisor de la sala. El elegido era Albino Luciani, que tomó el nombre de Juan Pablo I en homenaje a sus dos antecesores, Juan XXIII y Pablo VI.

El 28 de septiembre otra vez nos arremolinamos ante la pantalla cuando saltó la noticia de que el nuevo Papa ¡había muerto! Aquella misma noche hice la maleta para seguir en Roma un cónclave especial por lo inesperado, ya que el pontificado de Luciani había durado solo 33 días.

Mañana será beatificado, así que me permitiré seguir recordando las impresiones romanas sobre aquel Papa a quien solo vi muerto, expuesto ante una riada de gente bajo la solemne cúpula de la basílica de San Pedro.

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