El odio heredado

Netanyahu es heredero de una violencia que en su caso se remonta a 1972 cuando fue herido de bala en el rescate de un avión secuestrado en el aeropuerto de Tel Aviv. En 1976, en una operación semejante en Uganda, murió su hermano mayor.

En aquellos años, Golda Meir culpaba a los árabes de que Israel tuviera que matarles. Llegó a decir: «La paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odien a nosotros». Y Yasser Arafat, en 1972, decía: «Para nosotros la paz significa la destrucción de Israel, no otra cosa. Lucharemos decenas de años si es necesario». Arafat se moderó luego, negoció, incluso recibió el Nobel de la Paz, junto a Peres y Rabin, pero la vieja idea perdura.

Han pasado décadas y la inútil herencia de odios se mantiene.

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