Spoon River
En un funeral en Madrid, en el cementerio de La Almundena, recuerdo ver atónita como el autobús 110, que une Manuel Becerra con La Elipa cruzaba el camposanto. No me podía creer que hubiera una línea de la EMT que rodara entre cruces y lápidas. Pero Madrid es así, cómo los cementerios nórdicos pero con más retranca. Es imposible entrar en un cementerio sin pensar en las vidas que hay detrás de los nombres de las lápidas. Nos ocurre a todos. También al poeta Edgar Lee Masters de quien estos días he leído su maravilloso poemario La antología de Spoon River, que es una historia (casi parece una novela) construida a través de epitafios. La antología de Spoon River cuenta la vida de un pequeño pueblo del medio oeste americano a través de las historias de sus vecinos muertos. Al haber dejado de pertenecer a este mundo, sus relatos son honestos. Impresiona lo mucho que puede emocionar una vida contada en apenas una cara. Las historias se entrelazan entre sí. A veces son confesionales, otras no. El autor se inspiró en los nombres de las tumbas del cementerio del pueblo de Lewistown en el que creció y en los camposantos de otras localidades cercanas. Cada vida tiene su pequeña tragedia y Edgar Lee Masters reúne doscientas cincuenta y las junta en un libro, que cuenta la historia de un pueblo, de un país y, posiblemente, también la nuestra.