Salvador Pérez Solé

Desgraciadamente no tuve yo quien me contara muchos cuentos. O algunos. Me contaron los cuentos justos. El pragmatismo de mis familiares impidió una infancia de cuentos, unicornios y princesas. Mis mayores repetían hasta la saciedad las mismas historias y una, aferrándose a ellas cual naúfraga a un tronco, pedía que le repitiesen una y otra vez las mismas anécdotas, con los mismos protagonistas, con las mismas bromas o los mismos dramas. Lo silencios no se llenaron nunca, y ahí se iban a quedar, en la esquina del olvido para siempre. Pero llegó Internet y la curiosidad, y las sincronías de historias, y unos primos que se confabulan para recuperar la historia de un abuelo olvidado. Salvador Perez Solé, se llamaba y se llama. Y ahora, a pedazos, le devolvemos la vida que le arrebataron hace 85 años. No preguntaron nuestros padres y un poco más y tampoco preguntamos nosotros. Pero por fin lo hacemos y nos estamos solos. En TV3 el programa Quanta guerra (como el libro de Mercé Rodoreda) los nietos buscan respuestas y te das cuenta que somos legión. Que la misión de la tercera generación es derrumbar los muros del silencio. Que miles de nietos buscamos lo mismo: nuestra historia.

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