París
Hoy ganaría un concurso de microrelatos con una única frase: estoy en París. Asisto desde la primera fila al psicodrama que se juega desde la noche del domingo. A pocos metros, la Torre Eiffel no da abasto con los turistas americanos que quieren subir al ojo del cíclope. El símbolo de París está oxidado y los millones de piezas de hierro se tienen que cambiar una a una. Dicen que la forma de la torre recuerda a una A. La A de Anne, el amor de juventud del ingeniero. También es la A de Amor. París es la ciudad del amor. A veces. También lo es de la rabia, y de la la luz, y de las sombras. No conseguimos escapar de la actualidad. Dimiten los unos, se reagrupan los otros. El antisemitismo es un elemento clave en todo lo que está pasando, a tener en cuenta. Crisis política y quizás una crisis de la 5ª República (la que fundó el General de Gaulle) y los franceses van camino de un nuevo régimen. Paseamos un rato y llegamos al Pont Neuf (que es el más antiguo de París y seguramente el más hermoso), una amiga devota de la astrología (de todo hay en la vida) me comenta que la carta astral de Nerón y de Macron son muy parecidas. Me parece absurdo estar hablando de esto mientras paseamos cerca de un Sena casi desbordado. El aire huele a revuelta.