Oscuridad

En mi cuaderno de notas tengo apuntados diferentes tipos de oscuridad que he ido identificando en los últimos días para un artículo. Hay una oscuridad blanda y agradable que nos permite transformarnos en otra cosa durante las noches (Jon Fosse tiene un poema que se llama así: La noche blanda). Hay otras menos apetecibles, como aquella donde emergen las pesadillas, pero que terminan cuando se abren los ojos o se aprieta el interruptor de la luz. El miedo a la oscuridad es ancestral, aunque creamos estar solos en el centro de las tinieblas, se trata de una experiencia compartida. Hay algunas oscuridades a las que evitamos asomarnos, como la de la depresión, por ejemplo, que ni siquiera me atrevo a describir aquí. Pero luego hay una todavía peor, la oscuridad total, la leche negra del alba, capaz de sumergirnos para siempre en el terror. Recuerdo unos versos del poema de Paul Celan, Fuga de muerte: Leche negra del alba, Tu cabello de oro Margarete, La muerte es un amo de Alemania. Si los leen pausadamente encontrarán en ellos toda la oscuridad del mundo. Los padres de Celan habían muerto en el holocausto, y él, único superviviente de la familia, escribe en la lengua de sus verdugos. El poeta rumano, demuestra que hay momentos de la historia que solo la poesía puede explicar. Hay días en los que solo los poetas pueden hablar.

Temas: