Muji

Muji que muchos entienden por la tienda japonesa donde comprar bolígrafos, contenedores y calcetines, en realidad es un concepto. Muji significa algo así como una tierra sin relieves, monocromática, uniforme. Es difícil comprender como algo que la mayoría considerarían aburrido o feo sea reverenciado en Japón como belleza suprema. Fíjense sino en la cerámica. Las cerámicas europeas desde la época micénica son coloreadas, exuberantes. Mientras que en Japón lo más bello será asimilado al color topo, gris, marrón o una mezcla de todo ello. En el Empordà a ese color le llaman «de gos com fuig». Las derivadas del concepto Muji inundan ahora las revistas de decoración y estilo de vida: Wabi-sabi, por ejemplo. Desde lo más exquisito a los más popular (véase Zara Home). La belleza desnuda, la rotunda sencillez y humildad de los objetos, todo recuerda a la idea de que nada existe en realidad. De que todo es vacío. Algo que llevan diciendo los budistas desde hace cinco mil años y que la física cuántica confirma con sus experiencias. La realidad no es material, es otra cosa. Una vez más, regalaré bolígrafos, rotuladores y agendas de Muji. También compraré calcetines y algún que otro objeto (o unas galletas). Japón continúa siendo el líder mundial del diseño con sentido, con alma. Siempre van por delante, aunque sea para que podamos darnos cuenta de lo más sencillo.

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