Mainstream

Ayer defendí a Sálvame y casi se me cae el cielo encima. Pues a bodas me convidas. Lo que gusta a todo el mundo, me parece sencillamente, fenomenal. Porque el premio Nobel de literatura lo merece Stephen King más que nadie. Porque nadie escribe mejor que él. Mainstream es el palabro inglés que sirve para identificar algo que consigue atravesar barreras sociales y culturales. Mainstream son los boleros, las patatas fritas, Mister Bean, el Tricicle o Eugenio. Mainstream son los huevos fritos, las lentejas y la coca amb sucre. Mainstream es Pipi Calzaslargas, Frank Sinatra e Isabel Allende. Por supuesto, mainstream son las croquetas, el Vichy Catalan, el ketchup y el tabasco. Mainstream son los calcetines gordos, los pijamas de felpa y las bragas cómodas y grandes. Mainstream es el aceite de oliva. Con todas estas cosas podemos construir un mundo feliz. Luego está el mal gusto que también tiende a lo universal. Está Shein y su poliéster, la ropa ceñida y brillante, los libros de autoayuda que se venden en las autopistas, el precio de un teléfono móvil, los enólogos de fin de semana, los gastrónomos de fin de semana, los intelectuales de pacotilla. Los políticos y sus arengas. Los escritores pesados y pomposos. Los periodistas sabelotodo. Las fotos en blanco y negro siempre serán mejores que las fotos en color. Hay algo intangible en lo bueno. Y lo detectamos todos. Eso es Mainstream.

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