La vida es sueño
Hace 425 años que nació en Madrid el poeta preferido de mi madre. Una madre que tenía a bien responder con estos versos de Pedro Calderón de la Barca y su monólogo de Segismundo (del drama filósofico y referente del Teatro del Siglo de Oro, ‘La vida es sueño’) ante casi todas mis demandas. Que si mamá cómprame esto, y dale con don Pedro (que alternaba con el mítico refrán «ante el vicio de pedir, la virtud de no dar»). Pero digamos que lo básico de la filosofía materna se podía resumir en estos versos. Recuerdo cuándo me compré un ejemplar de la editorial Cátedra de sus obras completas (las de Calderón de la Barca) y me comentó algo así como «veo que, aunque poco, algo de sentido común, tienes». Y digo yo que un psicoanalista conmigo se pondría las botas. Pero, qué más dá, si tenían razón mi madre y don Pedro al decir que sueña el rico en su riqueza, que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí, destas prisiones cargado; y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.