La Central
Ayer mi alter ego, Natalia Romaní, presentó su libro en Barcelona: Les rutes del sublim. Lluís Amiguet tuvo la amabilidad de acompañarla en la librería Central. Como tampoco esta columna es lugar para el autobombo, aquí acaba mi publicidad. Porque lo importante es el lugar. Decirles que La Central de la calle Mallorca (ojo, no la del Born que ya sé que tiene una legión de adictos) es uno de mis lugares favoritos del mundo es quedarse corto. Ayer les hablaba de las condiciones ambientales de un lugar favorito (léanse la pieza dedicada a Fiona), pero me olvidé de la más importante (cosa que tampoco es demasiado original) y no es otra que la siguiente: que tenga una librería. Por pequeña que sea, el lugar ha de tener libros. Les indico el lugar: el primer piso de La Central, en el rincón dedicado a los libros sobre Filosofía y Lingüística. Si Marta Ramoneda me dejase (se lo he pedido y me comenta que se lo está pensando) me encantaría dormir allí una noche. Quizás pasar la noche en lugares insospechados sea una idea para lanzar una colección editorial. Le pediré al arzobispo de Tarragona que me deje pasar la noche en la Catedral, yo sola, y al Ministerio que me permita hacerlo en el MNAT (cuando esté listo) y al alcalde que me deje hacerlo en Casa Pilatos. No hay libros, pero seguro que hay fantasmas. Que es la segunda condición que olvidé mencionarles para que un lugar pase a ser lugar preferido.