Historia de un gato

La historia de amor entre Wisława Szymborska, premio Nobel, y Kornel Filipowicz, uno de los escritores polacos más importantes, es la historia de amor más cercana a mi ideal de historia de amor. Se encuentran de adultos, por lo tanto, carecen de esas expectativas sobre el futuro y las consiguientes promesas que transforman las historias de amor juveniles. Aquí el amor es inesperado y gratuito, impregnado de discreción, ironía y autoironía, hijas, me parece, de esa incredulidad y gratitud que te invade cuando un regalo tan grande llega sin que tú lo hayas buscado. El suyo es un mundo secreto y feliz, mientras afuera, en la Polonia comunista, existe el más infeliz y doloroso de los mundos. Se aman durante veinte años, sin vivir nunca en la misma casa. Al no existir WhatsApp, se escriben cartas: desde bromas hasta medicinas por comprar, de consejos recíprocos sobre la escritura y sobre el gato. Sobre todo, el gato. El gato que aparece un día y decide que tu casa es suya, tu ventana es suya, tu tumbona es suya, tu jardín (si lo tienes) es también suyo. Afortunadamente conozco una relación parecida con un gato –Harry– que me adoptó hace seis años. Y con su dueño. Pero lo importante es el gato.

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