Gripe

Józef Teodor Konrad Korzeniowski nació el 3 de diciembre de 1857 en un municipio polaco que en la actualidad pertenece a Ucrania. Trabajó como marino desde los 17 años. Viajó, vivió, aprendió. Hablaba polaco, ruso, francés y comenzó a aprender inglés a los 21. Llegar tardíamente a la lengua inglesa no le impidió convertirse en uno de los mejores novelistas británicos de finales del siglo XIX. Pocos autores describieron como él la oscuridad del alma humana. Años después, escribió: «Recuerdo mi juventud y aquel sentimiento que nunca más volverá. El sentimiento de que yo podría durar más que todo, más que el mar, más que la tierra, más que todos los hombres». Leí por primera vez El corazón de las tinieblas con una gripe que me tuvo más de una semana en la cama. La fiebre me hacía pasar horas en duermevela. Entre dos mundos. El del sueño y el de la realidad de una pequeña habitación mal iluminada (como a mi me gustan). Mi abuela hacía ganchillo mientras vigilaba el termómetro y me obligaba a beber litros de caldo con la certeza de saber que a la gripe solo la vence el tiempo. En la habitación no entraba nadie por miedo del contagio. Desde el umbral de la puerta, mi hermano, que me había arrojado el libro sobre la cama con un lacónico «así aprovechas el tiempo». Vaya si lo aproveché. Bendita gripe.

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