Gabrielzinho

Opequeno Gabriel. Su cuerpo mide un metro y 21 centímetros. Porque el cuerpo de Gabrielzinho es exactamente eso: un tronco. Sin brazos y casi sin piernas. Un torso y una maravillosa cabeza. Es el rey de la natación de los Juegos Paralímpicos de París. Su prueba, los 100 metros espalda. ¿Nadar? No, delfinear. Se ondula como los delfines entre las olas. Es una terminología nueva, porque lo que hace Gabrielzinho es nuevo. Imagino que son miles de horas de piscina hasta conseguir ese movimiento perfecto, esa unión del agua y del cuerpo. París baila al ritmo de Gabriel Geraldo Dos Santos. El brasileño es viral en las redes sociales por sus bailes tras la victoria, pero sobre todo por sus tres oros en la siempre abarrotada piscina del La Défense Arena. Padece focomelia, una malformación causada por la paralización del desarrollo de uno o más miembros durante el embarazo. No hay nadie en la piscina de París que no anime a este nadador, que encandila con su eterna sonrisa, su ‘samba’ y sus gestos divertidos como el de escupir agua como una fuente al final de cada carrera. Recuerda la fuerza de una ballena azul cuando espira. Gabrielzinho, el cohete que nada, vuela y ríe. O rei Gabriel!

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