Emoción y razón

Es imposible ganar unas elecciones con la razón y es imposible gobernar con el corazón. Es imposible ganar unas elecciones con argumentos y es imposible luchar contra el paro bailando en TikTok. Para nosotros es fácil de comprender: cerebro y corazón conviven en un mismo cuerpo y ambos rigen aspectos esenciales de nuestra vida. No es posible vivir con uno solo. Los hay descerebrados y los hay sin corazón, pero eso son adjetivos que lanzamos al aire sin repercusiones fisiológicas. Pero en la política, la falla entre razón (cerebro) y emoción (corazón), se ha hecho insalvable. Profunda como la Fosa de las Marianas. Y en esas estamos. Navegando de un lado al otro, saltando ciénagas y volando sobre precipicios. Nos salvamos por los pelos (los franceses se salvaron por los pelos) pero algún día caeremos. La Historia tiende a la repetición. Es una pesada. Habrá que encontrar el modo en que razón y emoción se entiendan. Que nos vuelvan a emocionar las ideas (a convencer) y que las emociones no sean impedimento de la reflexión. A veces es tan sencillo como pararse a pensar un minuto. Antes de hablar. Antes de opinar. Antes de escribir. Antes de redactar esta columna. Antes de leer esta columna.

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