Dionisio

El cantante Philippe Katrina que ustedes vieron durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, desnudo en azul, cantando, estirado en una mesa que era una bacanal de dioses griegos, que desde el Olimpo (desde dónde si no), contemplaban las cosas de los hombres (y de las mujeres) con sorna, arrebato, furia y compasión, es un cantante excéntrico de la escena francesa, adorado por toda una generación de jóvenes y no tan jóvenes. Una especie de Serge Gainsgbourg moderno y con un sentido del humor extraordinario. La provocación es siempre un magnífico instrumento de debate. El espíritu crítico, la base de nuestra cultura. La discusión ya era en la Grecia antigua el hilo conductor de su filosofía. La escena que tanta rasgadura de vestimentas ha provocado no tenía nada que ver con Leonardo de Vinci (no tendría sentido), sino con el cuadro El festín de los dioses de Jan Harmensz van Biljert, pintado en 1635. Los dioses del Olimpo celebran la boda de Tetis y Peleo, presidida por un dios Apolo con su corona en la cabeza. Dionisio está en un primer plano, estirado y desnudo. Esto es lo que vimos. No lo que quisimos ver.

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