Charles de Gaulle

La octava etapa del Tour se termina en Colombey-les-Deux-Eglises, el pueblo del centro de Francia donde vivió y murió el general Charles de Gaulle. Donde también tuvo su funeral no de Estado (lo prohibió expresamente) y donde reposan sus restos mortales. Colombey-les-Deux-Eglises es el ombligo de Francia. Es el pasado que se resiste a pasar y que insiste en recordarles a los franceses que viven en una República creada por un general que lleva muerto más de cincuenta años. Una mujer observa la llegada de los ciclistas y aplaude. El periodista de la televisión francesa le pregunta y ella responde que «todo lo que tenemos se lo debemos al General». No sabemos si se refiere en concreto al pueblo o a todo el país. «Todos los presidentes han pasado por aquí. Sarkozy, Chirac, Hollande y Macron». Al pronunciar el nombre del actual inquilino del Elíseo, se encoge de hombros. «Yo no soy gaullista. De Gaulle es el pasado, pero ojalá volviera». La nostalgia es la fuerza más poderosa de la política europea. La Arcadia de ese pasado en el que todos vivíamos felices, ya fuera la guerra, la posguerra, la Edad Media, el siglo II o hace veinte años. Idealizamos el pasado para darnos de bruces con el presente.

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