Carnarvon

El 26 de noviembre es una fecha que tengo siempre presente. No tiene nada de familiar, de personal. Bueno, si consideran descubrir el hallazgo arqueológico más importante de la historia como algo ajeno esta historia no tiene nada de familiar. Pero para mí, el hallazgo de Howard Carter el 26 de noviembre del año 1922 tiene más de familiar que los recuerdos de mi infancia. Lord Carnarvon estaba junto a Carter en el momento que la lámpara iluminó la primera de las cámaras de la tumba de Tutankamon. «¿Qué ves?», preguntó el inglés. «Veo maravillas», respondió Carter. El descubrimiento de la tumba de Tutankamon es sin duda el hallazgo del milenio. La tumba sellada, que hoy sabemos que no estaba preparada para el faraón, nos permitió conocer con todos los detalles la cultura más fascinante de nuestra historia común. Se pongan como se pongan, a Egipto no lo supera nadie. Tuve la suerte de poder pasar un mes en 1989 con un grupo de gente de la UB. En el Museo Egipcio de El Cairo, en plaza Tahrir, estaban embalando el tesoro de Tutankamon. El museo lo prestaba al Louvre por una temporada. Recuerdo como cada pieza era depositada dentro de cajas de madera construidas exprofeso. Era verano, hacía calor, y en un momento alargué la mano y toqué lo que creo que era el trono dorado. Hoy en día me llevarían a la cárcel. Ese día, una sonrisa y un no con la cabeza bastaron. Pero lo toqué. Rocé 3.000 años de historia. Maravillas, querido Lord Carnarvon.

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