Berézina

La batalla del Berézina se libró entre el 26 y el 29 de noviembre de 1812, entre el Ejército francés de Napoleón Bonaparte, en retirada tras haber invadido Rusia, y los ejércitos rusos del zar Alejandro I. Para los ejércitos franceses era vital cruzar el río Berézina cerca de Borísov, actual Bielorrusia. Napoleón intentaba que la desbandada de su Grand Armeé no se transformara en una derrota absoluta. Es verdad que la batalla terminó con un resultado incierto. Los franceses sufrieron fuertes pérdidas, pero lograron cruzar el río y evitaron ser atrapados y aniquilados. Pero Berézina es, desde entonces, y para todos los galos, sinónimo de desastre. A Emmanuel Macron se le viene encima una nueva Berézina. La decisión de anticipar las elecciones legislativas –la primera vuelta tendrá lugar este domingo– continúa causando un desconcierto absoluto. Nadie entiende porqué lo hizo y porqué ha precipitado a Francia al abismo. León Tolstói describió la batalla en su novela Guerra y Paz. Para ser fiel a la realidad se pasó veinte días paseando por el lugar exacto de los hechos. Quería tocar con sus manos la tierra que cubría los cadáveres de miles de soldados. Berézina, sinónimo de desastre.

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