Las reinas de belleza y los estereotipos

Ayer me comentaba un amigo lo injustos que somos a veces al tender a juzgar a la gente en base a estereotipos que parecen haberse convertido en verdades absolutas. Me lo decía después de haber leído dos noticias con sendas misses como protagonistas.

La primera tenía que ver con la recién elegida Miss República Dominicana 2024, la joven de 24 años Celinee Santos. Su sorpresa residía en que la moza es estudiante del último curso de Derecho, bailarina de ballet, toca el piano y domina el inglés.

La segunda noticia se refería a la decisión de la venezolana-estadounidense Noelia Voigt, de 24 años, que anunció este lunes que renunciaba a su corona de Miss Estados Unidos, concedida en noviembre, para dar prioridad a su salud mental. Voigt trabaja con Smile Train, una organización sin ánimo de lucro que ofrece cirugía correctiva a niños con labio leporino y paladar hendido, y está muy comprometida con la lucha contra el acoso escolar y los derechos de los migrantes.

«Y yo que pensaba que las misses eran unas muñecas muy guapas pero a la vez muy superficiales y hasta frívolas, unas chicas solo pendientes de su físico y de las apariencias...», admitía mi amigo.

Le confesé que yo también tenía esa imagen, hasta que en Venezuela tuve la oportunidad de conocer a varias exmisses y mi percepción cambió. Clave en aquella transformación fue poder entrevistar a una de ellas, Marena Bencomo, cuando su marido, el empresario Richard Boulton, fue secuestrado por la guerrilla colombiana durante dos años. Descubrí a una mujer, además de muy guapa, inteligente, sensible, educada y culta. No, no es una buena idea dejarse llevar por los estereotipos. Ni con las misses, ni con los inmigrantes, ni con nadie.

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