La fiebre revisionista

Me temo que esa fiebre revisionista que la dictadura de lo políticamente correcto está imponiendo se nos está yendo de las manos y ese afán por no ofender a nadie acabará con la diversidad cultural e incluso con el humor. Ya ven la que se ha armado con esa propuesta de la candidata de la CUP a la alcaldía de Barcelona de eliminar los ‘gegants negritos’ de Tarragona porque «enaltecen el colonialismo». Y estos días un coloquio preguntaba si hay que retirar los cuentos clásicos de las bibliotecas. Imagino que no es políticamente correcto que Caperucita tenga miedo al lobo –debe ser una chica empoderada–, ni que el cazador mate al animal –¡qué poco ecológico!–, ni que Hänsel y Gretel hayan sido abandonados por sus padres, ni que Blancanieves cocine para siete enanitos que no colaboran en casa... Quizá deberíamos mirar al pasado no con los ojos del siglo XXI, sino sabiendo que cada época tiene su ética, su moral... y sí, también sus errores e injusticias. Que, en todo caso, conviene conocer para evitar repetirlos. Y que la literatura, también la infantil, debe incluir historias donde no todo sea buenismo, donde lo mejor y lo peor del ser humano convivan con la naturalidad con que lo hacen en un mundo real donde también hay lobos feroces. Igual en lugar de esa burbuja en la que queremos criar y educar a nuestros hijos toca conversar con ellos de la vida y de los problemas con que se pueden encontrar. Aunque eso, claro, implica pasar más y mejor tiempo con ellos.

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