Héroes y miserables
Las tragedias nos demuestran que el ser humano es capaz de lo mejor... y de lo peor. Lo vemos estos días con los terribles terremotos que ya han causado más de 21.000 muertos en una zona fronteriza entre Turquía y Siria. Hemos asistido con emoción y orgullo a la reacción de bomberos, expertos en rescate –como los de la unidad canina K9 de Creixell– o sanitarios que han aparcado sus vidas para ir a los países afectados a ayudar en la búsqueda de supervivientes y socorrer a las víctimas.
La oleada de solidaridad se ha extendido por todo el mundo y, junto a países e instituciones, son muchos los ciudadanos que de forma anónima contribuyen con aportaciones económicas para los damnificados. Pero junto a todas estas personas que se preocupan por los demás conviven desaprensivos que han hecho de la mezquindad una forma de vida y que incluso aprovechan estas tragedias y la buena fe de la gente para llevar a cabo sus estafas, haciéndose pasar por ONG para recibir donaciones y robar datos de usuarios de Internet.
Así lo denunció ayer el productor rumano de antivirus Bitdefender, que aseguraba que desde una IP situada en Pakistán los estafadores enviaban correos electrónicos a sus víctimas en nombre de una fundación que decía asistir a los siniestrados «sobre el terreno». Hay que ser muy ruin y muy miserable para cometer semejante fechoría. Nos consuela saber que los buenos somos más, pero sobre estas ¿personas? debería caer todo el peso de la ley. Y algo más...